El libro, aunque académico, tiene mucho de ensayo personal. (Foto: Bereniz Tello)
La Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) reseña el último estudio publicado sobre la obra de la poetisa Blanca Varela: El más crudo invierno. Notas a un poema de Blanca Varela de Mario Montalbetti (Lima, 1953). El libro fue publicado en el marco del congreso dedicado a Blanca Varela y se presentó una semana después en nuestra sede.
Por Manuel Barrós Alcántara, Biblioteca Mario Vargas Llosa
El libro es un estudio sobre el tercer poema de Concierto animal (1999). Partiendo del primer verso, Montalbetti desentraña los mecanismos y recursos con los que Varela elaboró dicho poema. El autor no se pregunta ¿qué es la poesía?, sino ¿qué tanto de poesía hay en este enigmático poema? O como él mismo afirma: “observar el extraño y maravilloso espectáculo de un poema convirtiéndose en lo que es”.
Aunque académico, el libro tiene mucho de ensayo personal, encontrando siempre maneras de distanciarse —y, de paso, criticar— el habitual tono clínico de la crítica literaria. Si bien el autor lo subtitula de notas, el corpus de apuntes del libro comprende una serie, no siempre concatenada, de chispazos y fundamentadas intuiciones con las que las partes del poema son analizadas. Ellos se hilvanan en el análisis y deconstrucción que permiten una reaproximación al poema mismo. Siguiendo la anécdota de Max Jacob, Montalbetti comienza por “romper el poema”, pues es así como, intuye, llegará a comprenderlo mejor. En verdad, el autor procede con una lógica del desmembramiento.
¿Cómo lo hace? Rastrea todos los indicios que Varela deja en el poema, buscando las posibilidades interpretativas que el signo le sugiere. Desestructura, contrapone y reorganiza los usos del lenguaje y giros textuales que generan, además de un extrañamiento en el lector, espacios y posibilidades de interpretación. Montalbetti nos recuerda el propio cambio en los horizontes poéticos que Blanca hizo en los últimos años de vida: de la retórica juvenil —“una poesía de la metáfora”— a una actitud de “desvergüenza y desnudez” frente al lenguaje. Es esta la literalidad, el golpe seco de las palabras sin retórica, que se despliega en el texto.
El autor identifica tres recursos con los que Blanca construye su poema: la agramaticalidad, el ripio y el símil. Con ellos la poeta enhebra sus propios límites de la existencia, el deseo y lo inefable, brindándole a Mario ciertos “periodos de sentido”, algunas orientaciones que el Montalbetti reinterpreta constantemente a lo largo del libro. Partiendo de los propios cimientos, reconoce en el poema la condición de lenguaje sobre lenguaje, pues es en los límites del mismo donde las partes adquieren un sentido conjunto. Así, frente al decidido sinsentido verbal de “la no mía cabeza”, la aparente banalidad de un verso trillado “el más crudo invierno” y el dirigido símil “mi cabeza como una gran canasta”, el poema de Blanca es, ante todo, “una suspensión de la lengua”. En buena cuenta, las formas de irrumpir desde el lenguaje al lenguaje mismo. Por eso, el poema se presenta como tal, aunque, simultáneamente, pareciera no serlo.
Si bien establece los fundamentos textuales de la composición del poema, el libro de Montalbetti es una invitación a la lectura. Y como tal, resulta saludable que se estudie la poesía más allá de los moldes habituales de la crítica literaria: como un ejercicio de las propias facultades analíticas. En el autor, éstas confluyen en el manejo de un gran repertorio crítico. A lo largo del estudio, presenciamos el despliegue de un aparato teórico —psicoanálisis, lingüística, teología, teoría literaria— con el que Montalbetti ahonda en las complejidades técnicas del poema. Pero su principal rasgo es sintetizarlas a todas ellas en un texto lleno de metáforas, un anecdotario literario tanto nacional como extranjero y las encausadas referencias poéticas. Es decir, analiza un poema desde los propios pliegues de los que se hace la literatura y, también, la poesía.
Por todo ello, el libro es un ensayo revelador de la poesía de Blanca y un revelador ensayo de los grados de alcance que el autor tiene frente al hecho poético. Montalbetti nos sugiere que ningún poema es totalmente inapelable, pues es así como se nos revela el texto y los alcances de sus indagaciones. En el camino de su inquietud —algo lúdica y detectivesca—, el autor halla en un texto de Blanca Varela las formas que la poesía encuentra para llegar a (no) ser poema:
mi cabeza como una gran canasta
lleva su pesca
deja pasar el agua mi cabeza
mi cabeza dentro de otra cabeza
y más adentro aún
la no mía cabeza
mi cabeza llena de agua
de rumores y ruinas
seca sus negras cavidades
bajo un sol semivivo
mi cabeza en el más crudo invierno
dentro de otra cabeza
retoña
La ceremonia de premiación se realizó el 30 de noviembre de 2016. (Foto: Bereniz Tello)
La Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura premió a los autores de los textos ganadores del Primer Concurso de Microrrelatos Bibliotecuento, quienes recibieron un paquete de libros literarios y un diploma de reconocimiento.
El concurso se realizó con el fin de valorar el papel de las bibliotecas como espacios de lectura, de aprendizaje y de desarrollo de la creatividad, así como fomentar la escritura creativa.
Se recibieron 364 microrrelatos de diversas partes del Perú: Lima, Lambayeque, La Libertad, Junín, Piura, Arequipa, Puno, Áncash, Cajamarca, Ica, Cusco, Loreto, San Martín, Huancavelica y Tacna. En la mayoría de ellos, una biblioteca siempre fue el espacio de la ficción.
El jurado estuvo conformado Javier de Taboada, investigador de la Casa de la Literatura; Lilian Maura, decana actual del Colegio de Bibliotecólogos del Perú; Rebeca Urbina, mediadora de lectura de la Casa de la Literatura; Dany Doria Rodas, representante de la revista Plesiosaurio, primera revista de ficción breve peruana, y Ronald Callapiña, voluntario literario de la Biblioteca Mario Vargas Llosa.
El concurso tuvo dos categorías de premiación: los dos mejores microrrelatos, elegidos por el jurado calificador, más tres menciones honrosas y el microrrelato más popular seleccionado por nuestros usuarios del Facebook. Los resultados del Primer Concurso de Microrrelatos Bibliotecuento son los siguientes:
A. Categoría por evaluación del jurado calificador
Primer Puesto:
Microrrelato “Metamorfosis en la biblioteca”
Seudónimo: Flor Silvestre
Autor: Luis Eduardo Vivero Peña
Ciudad: Lima
Bebetecas busca fortalecer la relación entre madres, padres y recién nacidos. (Foto: Bereniz Tello)
Los domingos 4 y 11 de diciembre, a las 11:00 a.m., en la Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), el programa Bebetecas presentará su propuesta dirigida a niñas y niños hasta los 3 años de edad. Ingreso libre.
Con la participación de los voluntarios del programa Abuelas y Abuelos Cuentacuentos de la Casa de la Literatura y la coordinación de la promotora de lectura Silvia Meza, el programa Bebetecas busca fortalecer la relación entre madres, padres y recién nacidos, a través de cantos, arrullos, poemas y cuentos de nuestra tradición oral y de la literatura infantil.
Actualmente el programa Bebetecas se desarrolla en el Instituto Nacional Materno Perinatal (Maternidad de Lima) y busca replicarse en otras instituciones de la capital.
Durante cada sesión las Abuelas y Abuelos Cuentacuentos presentarán las canciones seleccionadas y luego invitarán a las madres y padres que canten dirigiéndose a sus niños. Asimismo, se dejará que los usuarios exploren libremente los libros de la sala y mientras lo hacen las mediadoras podrán absolver sus consultas.
Todas las actividades de la Casa de la Literatura son de ingreso libre.
En el último mes del año, la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) presenta diversas actividades con ingreso libre. Tenemos una Feria del Libro Viejo, continúan los recorridos literarios en el Centro de Lima, se mostrarán los avances para el desarrollo de un catálogo virtual de bibliotecas, podrás leer historias de aventuras al aire libre y el coro Paco Yunque nos deleitará con cantos navideños.
Los libreros del jirón Amazonas participarán en una nueva edición de la Feria del Libro Viejo, en ella encontrarán una buena cantidad de libros de literatura y humanidades.
Fecha: sábado 3ydomingo 4 de diciembre, de 10:00 a.m. a 7:00 p.m.
Lugar: hall posterior de la Biblioteca Mario Vargas Llosa
Nuevo recorrido del Mapa Literario en el que se buscará las huellas de imprentas, editoriales y librerías en el Centro de Lima desde sus orígenes hasta el siglo XX.
Fecha: sábados 3 y 10 de diciembre, de 10:00 a.m. a 1:00 p.m.
Punto de encuentro: Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima).
Con la participación de los voluntarios del programa Abuelas y Abuelos Cuentacuentos de la Casa de la Literatura, el programa Bebetecas busca fortalecer la relación entre madres, padres y recién nacidos.
Fecha: domingos 4 y 11 de diciembre, a las 11:00 a.m.
Lugar: Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo
El coro Paco Yunque de la Casa de la Literatura, dirigido por el cantante Piero Bustos, presentará un repertorio especial con motivo de la Navidad.
Fecha: domingo 18, a las 5:30 p.m.
Lugar: auditorio
Biblioconversatorio: Experiencias de trabajo con el sistema Koha en bibliotecas
Se mostrarán los avances de experiencias de trabajo con el sistema Koha en bibliotecas. Participa el Equipo de Biblioteca de la Casa de la Literatura y otras bibliotecas invitadas que utilizan el sistema para el desarrollo de su catálogo virtual.
Fecha: domingo 18, a las 3:00 p.m.
Lugar: auditorio
Lectura al aire libre: Libros de aventura
Habilitaremos, en nuestro frontis, un área con mesas, sillas, alfombras y cojines recreando un espacio cómodo para la lectura en familia, también tendrán a disposición libros de aventuras que serán presentados por las mediadoras de lectura de la Sala Cota Carvallo.
Fecha: domingo 18, de 4:00 a 5:30 p.m.
Lugar: frontis de la Casa de la Literatura
El libro es el primer intento de historiar la presencia de los traductores en el Perú (Foto: Bereniz Tello)
La Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura destaca como publicación de la semana a Breve historia de la traducción en el Perú, del poeta, traductor y profesor universitario, Ricardo Silva-Santisteban.
Por Manuel Barrós Alcántara, Biblioteca Mario Vargas Llosa
A lo largo de su vida, Ricardo Silva-Santisteban (Lima, 1941) ha mantenido un incansable compromiso con la literatura y, especialmente, con la poesía. Poeta, traductor y profesor universitario, Ricardo es el editor literario más importante de los últimos años. Ha rescatado, prologado y preparado muchas de las ediciones de poesía y literatura peruana más relevantes de este siglo. Y, dentro de ellas, la traducción literaria ha tenido un lugar fundamental. Además de sus propias traducciones, ha publicado la Antología general de la traducción en el Perú que consta de cinco volúmenes, con varios otros de aparición próxima. Preocupándose no solo de rescatar canónicas traducciones peruanas, también ha difundido varias de las más representativas de la región hispanoamericana. La colección El manantial oculto, su paso por la Biblioteca Abraham Valdelomar y, en los meses más recientes, su labor editorial como presidente de la Academia Peruana de la Lengua son claras muestras de la importancia de todo su trabajo.
En el transcurso de dicha trayectoria, Breve historia de la traducción en el Perú (2012) puede ser vista como una parada necesaria para su autor, pues en ella ha historiado sus propios procesos y paulatinos descubrimientos. A rigor, el libro es uno de los resultados a largo plazo de los caminos personales por los que Ricardo Silva-Santisteban ha optado, preguntándose siempre por la presencia, importancia y distintos grados de alcance de la traducción en nuestro país. Breve, conciso, después de los estudios de Estuardo Núñez (1908-2013), el panorama trazado por Ricardo Silva-Santisteban es el primer intento de historiar la presencia de los traductores en el Perú. Dividido en dos partes, el libro presenta una breve historia de sus principales hitos y, seguidamente, un aporte bibliográfico para su difusión y consolidación como campo de estudio e investigación. En la primera parte el autor nos muestra que traducir no es meramente un hecho literario. Desde un inicio nos sugiere que la traducción es una posibilidad de diálogo y, por ende, de negociación entre los participantes y sus capacidades interpretativas, siendo la primera de ellas, la política.
Abriendo el ensayo, el autor señala la genealógica necesidad de la traducción. Los conquistadores españoles requirieron de un intérprete para comunicarse y empezar a conocer la cultura del “otro”. En ese contexto, antes que un oído, unos ojos y una mente dadas a traducir, el traductor era un oidor, aquel “juez” con el poder de interpretar y la otorgada potestad de ofrecer sentidos, incluso, al punto de imponerlos. Así, antes que un hecho estético —en tanto oficio literario— la traducción fue un hecho social. Surcar la incomprensión refiere al acto político de interpretar y transmitir en otra lengua la sensación de lo percibido en una primera. Esta misma razón implica optar, preferir y determinar las posibilidades del sentido o sentidos en aquello escuchado, pensado, vivido a través de otras lenguas. Al igual que con la Malinche en México, de esta genealógica necesidad nace la traducción en el Perú con el caso de Felipillo. Aunque no entra en nombres ni detalles, el aporte de Silva-Santisteban comienza desde esta primera página. Identifica en la lengua —y las formas culturales de vida que en ella se encuentran— cómo se trastocan las distintas dimensiones de la capacidad humana de crear y, más aún, la de interpretar.
Implícitamente, el autor se pregunta por los diferentes intereses y horizontes culturales que el oficio de la traducción tuvo a lo largo de la historia. Si bien la traducción tuvo una segunda presencia pública a través de su uso político, la catequización de los nativos, el texto se centra en presentar las siguientes. El muestrario va hacia inmediatamente lo literario cuando la presencia de los cronistas devino en su fecunda condición de “clásicos de la literatura y la traducción hispanoamericana”. Durante los primeros dos siglos de la época colonial, la recopilación y registro de las creaciones quechuas fueron las prioridades de los traductores. Pero también lo fueron las traducciones de los clásicos italianos y latinas, especialmente en el caso del Inca Garcilaso de la Vega y Diego Dávalos Figueroa. En el S. XVIII predominaron las letras francesas que tiene en Pedro Peralta Barnuevo a su principal traductor con La Rodoguna y, en menor medida, aparecen las inglesas. Entrando al S. XIX, la presencia del latín tuvo mayor fuerza, especialmente con la versión del Salterio peruano hecha por José Manuel Valdez, aunque una literatura “menos común” como la portuguesa empieza a tener presencia con Juan de la Pezuela y su versión de Los Lusiadas.Asimismo, a finales de ese siglo, se da un acercamiento a la literatura aborigen. No olvidemos que fueron los poetas del tardío romanticismo quienes tradujeron en distintas versiones y variados recursos el clásico del teatro quechua, Ollantay.
Entrando al S. XX encontramos otra sugerente variedad. Aunque ha habido intereses constantes —franceses, latinos, ingleses, alemanes o italianos— este siglo nos trajo otros horizontes culturales. El S. XX tiene en los modernistas los primeros en interesados en el Brasil literario. Con distinto éxito y grado de importancia, Víctor G. Mantilla, José Santos Chocano y Enrique Bustamante y Ballivián fueron los primeros en traducir a poetas brasileños. Esta lengua tuvo una relativa presencia a lo largo del S. XX, especialmente en los años ochenta, con las publicaciones de los treinta y un volúmenes hechas por poetas peruanos. Por otra parte, en las primeras décadas del siglo pasado, Adolfo Vienrich tradujo canciones folklóricas quechuas y, recién en los años treinta, apareció su sucesor en dicho campo: José María Arguedas. Al igual que el rescate de los distintos registros de la literatura quechua, a lo largo del siglo surgieron marcados intereses por las lenguas orientales y alemana. El principal traductor de la poesía china ha sido Guillermo Dañino, quien ha tenido sucesores que continúan su labor en esa como en otras literaturas: grecolatinas, hindú y japonesas. Asimismo, Juan José del Solar ha sido el principal traductor de varios clásicos de la literatura en lengua alemana: Canetti, Kafka, Walser, Brecht. Recordemos también al traductor principal de la generación del cincuenta, Javier Sologuren, quien introdujo al país la lírica sueca. En los años más recientes, entre otros traductores interesantes están Isabel Sabogal con una traducción de Czeslaw Milosz, Renato Sandoval con Rilke y Reynaldo Jiménez con Haroldo de Campos.
Definitivamente tenía que haber ausencias, pues el autor no quiso agotar todas sus referencias. Si bien podríamos decirle que faltó mencionar las traducciones de la literatura aymara —que sí figuran en la bibliografía del libro—, la versión de Trilce en quechua que elaboró Porfirio Meneses Lazón o la traducción de la primera parte de Don Quijote hecha por Demetrio Túpac Yupanqui el 2006, lo importante es partir del sugerente panorama que nos ofrece y del propio rasgo expositivo de sus fuentes. Aunque académico, Ricardo no quiere avasallarnos de referencias en el relato, pues no busca caer en una exhaustiva labor historiográfica. Si el autor hubiera desarrollado más esa historia —no olvidemos que es “breve”— el libro pasaba a tener otras exigencias y recursos con los cuales afrontarlas.
En la segunda parte del libro, el autor nos brinda una “Contribución a la bibliografía de la traducción en el Perú”. Está presentada de manera didáctica, como una guía para el conocimiento de la traducción: sus cultores, sus principales representantes, ensayistas y recopiladores. La primera sección comprende una selección de “Estudios y antologías” y, la segunda, una bibliografía histórica de los traductores peruanos, desde Juan de Betanzos (1510-1576) hasta Miluska Benavides (1986). Esta contribución no sólo es más extensa que el propio ensayo, sino que es fundamentalmente una invitación a la aventura —a la investigación y al propio conocimiento— de nuestra lengua a través de otros y desde otros.
Pero, en general, Ricardo hace mucho más que ofrecernos un mero listado o enumeración de los principales hitos de la traducción en el Perú. También aprovecha la historia que nos cuenta para mostrarnos otros registros en el anecdotario de las traducciones en el Perú. Por ejemplo, nos cuenta que Clemente Palma tradujo el Tartufo de Moliere para sus clases en San Marcos. También, nos recuerda la faltante edición de las traducciones reunidas de Westphalen. De igual manera, el muestrario de los traductores peruanos nos sugiere que ellos estuvieron atentos tanto a las novedades como a los clásicos y sus distintas versiones disponibles. Entre muchas otras cosas, el libro nos sugiere la importancia que la traducción ha tenido para la formación de la propia literatura peruana, en tanto oficio, ejercicio estético o una recurrente exploración personal.
Si bien este no es un ensayo histórico-social sobre la literatura, sí deja entrever parte que desde lo literario nos sugiere la vida social de nuestro país. La propia historicidad del traductor tuvo su origen en lo político, pasando por distintas formas de lo literario hasta llegar hacia lo poético. En ese trayecto encontramos parte de la configuración histórica de los gustos literarios y, por ende, sugiere una breve historia de las influencias o intereses principales de los traductores peruanos. A través de ella, Ricardo Silva-Santisteban nos sugiere cómo, en distintos periodos, los traductores “se asoman” a distintos horizontes culturales, tienen una mayor prevalencia por algunos y un histórico desinterés por de otros. La traducción ha formado parte de la vida intelectual del Perú, incluso desde antes que esta empiece a ser una nación. Y ella no se reduce a un aspecto más de los alcances públicos de la literatura, pues la traducción como forma de (re)creación y difusión potencia un ideario geográfico y cultural, esos nacientes espacios que se van “conquistando” en otras lenguas, tanto nacionales como extranjeras. En buena cuenta, esta es parte de la historia de lo que siglo a siglo ha sido la formación, el alcance y la potestad de nuestra lengua.
Puedes acceder a este libro en nuestra Biblioteca Mario Vargas Llosa, (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), en el horario de martes a domingo de 10 a.m. a 7 p.m., solo con tu DNI.
Se ofrecerán libros de literatura y humanidades principalmente de autores peruanos (Foto: Bereniz Tello)
El sábado 3 y domingo 4 de diciembre, de 10:00 a.m. a 7:00 p.m., los libreros del jirón Amazonas estarán en el hall posterior de la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) para una nueva edición de la Feria del Libro Viejo. El ingreso es libre.
En estos dos días se ofrecerá a la venta libros de literatura y humanidades principalmente de autores peruanos. Entre estas obras encontraremos textos de narrativa, poesía, ensayo, así como colecciones representativas y primeras ediciones publicadas durante el siglo XX.
Esta feria forma parte de las múltiples de actividades que la Casa de la Literatura Peruana realiza en alianza con la Asociación Cámara Popular de Libreros – Alameda de la Cultura “Miguel Grau” del jirón Amazonas (ACPLCMG), la cual tiene 27 años de existencia y representa a los libreros ubicados en el campo ferial del jirón Amazonas, en el Centro de Lima. Ellos se especializan en la venta de libros usados o “de viejo”. Se trata de un punto visitado masivamente por los amantes de la lectura en busca de nuevos libros para su colección.
Relicario del siglo XIV en exhibición en el Metropolitan Museum New York.
Del miércoles 14 al viernes 16 de diciembre, de 5:00 a 8:00 p.m., en la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), se realizará el taller Pedagogías poéticas: relicarios digitales, a cargo del investigador Javier Suárez. La participación es gratuita previa postulación.
Este taller busca articular dos fenómenos históricos a través de la producción poética: el relicario y su peregrinación. ¿Cómo activar y/o detonar la potencia de estos fenómenos en nuestra realidad, aquí y ahora? En este sentido, la pedagogía poética que articulará esta experiencia será la de movilidad. Durante la irrupción, se reflexionará en torno a las siguientes preguntas: ¿cuál era la función/utilidad de los relicarios? ¿Cómo se movían? ¿Cómo se relacionan relicario y poesía? ¿Puede un poema peregrinar? ¿Cómo sería una peregrinación contemporánea? Se reflexionará con todos nuestros cuerpos sobre la materialidad del texto poético, su portabilidad y la necesidad (¿urgencia?) de su ¿difusión, distribución, viralización, peregrinación? El taller culminará con un proyecto pedagógico colectivo. Se trabajarán con diversos textos de la tradición italiana y latinoamericana.
Esta actividad está dirigida a todo el público interesado que para postular deberá completar el siguiente formulario virtual, siendo el plazo máximo para hacerlo el viernes 9 de diciembre al mediodía. La lista de personas seleccionadas se publicará en la web de la Casa de la Literatura el lunes 12 de diciembre. Hay en total 15 vacantes.
SOBRE EL TALLERISTA Javier Suárez Trejo. Ha estudiado Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Magister en Artes Liberales de la Universidad de Harvard. Actualmente es doctorando de Literatura Italiana y Española en la misma universidad. Ha publicado tres libros experimentales: 20+1: NOSSUM (Hipocampo Editores, 2013), 10+1: (SIN) VENTANAS (Hipocampo Editores 2014), e (IN)FIRMITAS 5+1 (Paracaídas Editores 2015). Es miembro del Colectivo Interdisciplinario TXT. Interesado en temas de educación, gestión cultural, humanidades digitales y estudios “de-generados”.
Poemas y antipoemas fue el libro con el que despegó la carrera literaria de Nicanor Parra. (Foto: Bereniz Tello)
La Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima) destaca como publicación de la semana a Poemas y antipoemas del escritor chileno Nicanor Parra.
Por Manuel Barrós Alcántara, Biblioteca Mario Vargas Llosa
Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914) es uno de los grandes poetas chilenos del S. XX. Reconocido nacional como internacionalmente, ha recibido los más diversos premios de la lengua española, incluyendo el Premio Cervantes en el 2011. Ha sido traducido a muchos idiomas y cuenta con una innumerable cantidad de ediciones. Apreciado como poeta por unos, reducido a la figura de simple cómico exagerado, por otros, Parra cuenta con aficionados y detractores de todo tipo. A lo largo de los años ha sido tan querido como incómodo, aplaudido y pifiado. Sea cual fuera su preferencia, si Ud. se filia o no a lo más subyacente de sus escritos, lo cierto es que Nicanor es una figura viva y un creador incansable de la poesía chilena. De una familia de importantes artistas, el hermano de la Violeta, el profesor de matemáticas, el antipoeta, escribidor de cuecas de ciento dos años es algo huraño, esquivo, huidizo a las cámaras. A él ―como a su poesía― hay que saberlo tratar.
Poemas y antipoemas (1954) fue el libro con el que despegó su carrera literaria. Este fue el primer gran hito y puerta de entrada a lo que sería su propia bandera identitaria: la antipoesía. Dividido en tres partes, el libro nos muestra los tránsitos estéticos que Parra experimentaba en su propia escritura. Con un relato biográfico de los diecisiete años que lo distancian de su primer libro publicado, su paso por Oxford, su descubrimiento de Shakespeare, Parra empieza a encontrar su voz parlante con la que interpelará al remilgado tono imperante de la poesía hispanoparlante. El propio autor ha calificado las tres secciones de su libro como “neorromántica y postmodernista”, “expresionistas” y de “antipoemas”, respectivamente. Algunos nuevos, otros ya publicados en revista, la obra contiene ciertos desniveles, pasajes algo efectistas, si se la mira de modo orgánico. Pero más allá de ese detalle, lo importante reside en su entonces novedosa propuesta, su visión de “antipoeta”.
La antipoesía fue la propuesta naciente y constante con la que Parra se posicionó como lector y poeta en formación hacia 1954. Con ella se enfrentó a los estilos imperantes en Chile, representados por Huidobro, Neruda, de Rokha. Más aún, decir antipoesía era decir anti-Neruda, anti-Vallejo, anti-Mistral, pero no en aras de una pataleta estética por negarlos como grandes autores, sino como una manera muy personal y sugerente de incorporarlos en sus escritos. Los reconocía como grandes poetas, los estudiaba y leía como tales, pero no se quedaba en la contemplación estupefacta de todo neófito o aprendiz de escritor. Parra decidió explorar su capacidad y aventurarse a crear una propuesta cada vez más propia, irremediablemente identificable con él. De ahí que el término “antipoesía” no deba entender como una consigna autoimpuesta por el propio autor, sino un paulatino descubrimiento por el cual transitó y cuyo devenir principal encontró en 1954 su realización primera.
La antipoesía es un contradiscurso lírico. Rupturista, de tono mordaz, hipertextual en su marcada apetencia colectiva. La suma de todos sus recursos la vuelven una propuesta combatiente desde el lenguaje. Tiene al horizonte del habla cotidiana como uno de sus ingredientes principales. En todos los poemas encontramos un Parra individuo que se reafirma constantemente en su vocación colectiva, en la voz aglutinante de la oralidad, llevando a un poema todas las que le sean posibles. A partir de este recurso, Nicanor despliega el hecho poético a partir de su valor más unitivo: rescatar y resignificar el habla del pueblo chileno. Frases populares, refranes, regionalismos, juegos ―y, en especial, dicciones― infantiles, palabrotas, canciones son algunos de los aspectos verbales que dan a su poesía una claridad expositiva cuyo centro reside en los aspectos más dialogantes de lo coloquial. Así, el autor le recuerda al lector que la poesía también reside en la cotidianeidad. Parra dispone al lector frente a su propia oralidad, mostrándole otras posibilidades de uso, registro y aprendizaje. Más que la democratización de una forma hablada de cultura, en el libro transcurre una nueva manera de dialogar con los grados de alcance del habla popular y capacidad de interpelación el canon literario de su tiempo. Parra utiliza la oralidad como disyunción de lo poético.
El segundo recurso es el humor. Y qué mejor manera de cuestionar una concepción de lo canónico que confrontarla desde uno de sus cimientos. Lo identifica y lo reconoce como tal; luego lo dosifica, orientándolo en sus asertos más primarios hacia la parodia, la ocurrencia, el decidido exabrupto. Los juegos y giros verbales de esta propuesta encuentran en ellos su devenir primero. Sea lacónico en su fraseo entrecortado o distendido en largos versos, el oscilante yo poético del libro yace complacido, contando y entrecruzando lo jactancioso y lo grotesco. Sin la sutileza de la ironía ni la consideración del remordimiento, Parra accidenta, línea a línea, al lector en sus propios vocablos. Así, Parra encuentra en la risa, el cariz de lo certero. Parra ridiculiza casi todo lo que narra para no caer él mismo en la ridiculez sentimental de la grandilocuencia, en las exaltadas formas con las que los poetas escriben sobre ciertos hechos con manierismos exagerados.
Esas mismas estrategias que se aprecian a nivel global, en el sentido conjunto de la obra, también se encuentran en sus más mínimos detalles. Detengámonos, por ejemplo, en los usos y estrategias de la consciente disparidad entre forma y contenido. La silva, forma literaria de uso para temas sofisticados y grandilocuentes, es empleada por Parra a modo de burla. Con ella se ridiculiza a sí mismo como enunciante e interlocutor de su propia condición. Lo mismo podríamos señalar en alguna canción octosilábica o en sus pasos por el endecasílabo y ciertas presencias, que en él se abrevan, de la moderna poesía inglesa. Otro ejemplo. En el poema “Epitafio”, el autor no se muestra apocado por la finitud de la vida. Todo lo contrario: hace una enumeración, un sugerente inventario de los determinantes que marcaron sus oficios y espacios de vida. La propia existencia reducida a la enumeración de todos sus desdichas y desencuentros. Frente a la muerte, nada de llanto.
La publicación de Poemas y antipoemas le trajo un creciente éxito a su autor. Desde la segunda mitad de la década de 1950, Parra encontró un recibimiento latente a nivel internacional. Ya hace años la crítica ha señalado que su principal influencia en la poesía latinoamericana no ha sido una innovación estilística, sino “una actitud frente al lenguaje”. Por eso, Poemas y antipoemas es un documento de uno de los hitos y/o tránsitos textuales que ha experimentado la poesía chilena y latinoamericana. Palpitando entre Oxford y Santiago, entre Puerto Montt y Chiloé, el libro fue creado en el silencio poético de diecisiete años. Y desde entonces han pasado poco más de sesenta y dos. Desde el balneario de Las Cruces, a ciento dos años de vida ―mas no de distancia―, la voz de Nicanor resuena. Este es “el hombre imaginario”, muy real en su propio paisaje, en su dolor y placer centenario.
Epitafio
De estatura mediana, Con una voz ni delgada ni gruesa, Hijo mayor de profesor primario Y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento Aunque devoto de la buena mesa; De mejillas escuálidas Y de más bien abundantes orejas; Con un rostro cuadrado En que los ojos se abren apenas Y una nariz de boxeador mulato Baja a la boca de ídolo azteca —Todo esto bañado Por una luz entre irónica y pérfida— Ni muy listo ni tonto de remate Fui lo que fui: una mezcla De vinagre y aceite de comer ¡Un embutido de ángel y bestia!
El sábado 10 de diciembre, de 10:00 a.m. a 1:00 p.m., se realizará el último recorrido del año del Mapa Literario de Lima, como parte de las actividades de la exposición La página blanca entre el signo y el latido. La edición del libro literario (1920-1970). El ingreso es libre y el punto de encuentro será la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima).
La odisea del libro: leer la ciudad a través de sus imprentas, editoriales y librerías, es el título de este ciclo de recorridos (que se ha realizado ya los sábados 2 y 26 de noviembre, así como el 3 de diciembre), en el que se busca las huellas de imprentas, editoriales y librerías en el Centro de Lima, desde sus orígenes hasta el siglo XX. Desde la imprenta de Antonio Ricardo en la calle Mantas, la primera imprenta de Sudamérica, pasando por la Imprenta Editorial Minerva de Julio César y José Carlos Mariátegui, que marcó el inicio del siglo XX y por la Librería de Juan Mejía Baca, que motorizó la mitad del siglo XX.
Desde su invención el libro ha cambiado, tanto en su elaboración (del libro impreso al libro digital) como en su circulación (de manos de un librero o por la tienda virtual). A pesar de los cambios el libro continúa siendo un potente objeto cultural, artístico y político.
El recorrido será dirigido por el equipo de orientadores de la Casa de la Literatura Peruana.
Nota:
La capacidad máxima para el recorrido es de 20 personas, en estricto orden de llegada.
Recomendaciones:
Llevar ropa cómoda, así como agua y alimentos, para de este modo evitar detenerse durante el recorrido. Utilizar bloqueador, lentes de sol o sombrero.
Compartimos a continuación la lista de personas seleccionadas para el seminario-taller Semillero de libros álbum que dictará el investigador venezolano Fanuel Hanán Díaz. La actividad se realizará del lunes 28 de noviembre al viernes 2 de diciembre, en la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima).
Nota:
-El taller se realizará de 4:00 a 7:00 p.m., excepto el viernes 2 de diciembre, que será de 3:00 a 6:00 p.m.
-Los seleccionados deberán confirmar su participación hasta el martes 22 de noviembre, a las 5:00 p.m., través del correo charlasyconferenciascaslit@gmail.com