¿Por qué los jóvenes quieren tanto a Luis Hernández?

(Foto: Eduardo Vásquez)
(Foto: Eduardo Vásquez)

 

La inauguración de la exposición El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández tuvo gran asistencia del público, entre ellos muchos jóvenes, quienes se mostraban fascinados por la obra de uno de los poetas más originales y enigmáticos de la generación literaria del 60.

El escritor Nicolás Yerovi intentó explicar a qué se debe el interés de los jóvenes por Luis Hernández y su obra. “El arte, la sensibilidad, la travesura e ironía en su poesía atrapó mi interés a los 22 años cuando me dediqué a reunir toda la obra que él regalaba”, precisó.

A lo largo de los años, la poesía de Luis Hernández ha alegrado, enriquecido y sensibilizado la vida de muchas personas. Ese es el caso de Manuel Mendoza. Él se acerco a su poesía con un verso el cual ya no recuerda, pero fue lo que encendió su interés por el poeta. “Me interesa su vida, polivalencia y la forma que incursionó en la música”, señaló.

Los cuadernos con versos de colores que Luis Hernández regaló a sus amigos, familiares y desconocidos fueron uno de los atractivos para los asistentes. Luis Herrera, un amante de lo lúdico en la poesía del escritor, fue uno de ellos.

Fiorella Terrazas y Karla Ferré también hubieran querido poder tocar los cuadernos originales, pero se conformaron con las ediciones facsimilares. Ambas lectoras de Luis Hernández llegaron a la exposición con la curiosidad de encontrar más de su obra.

“Me interesa investigar en su poesía esa experimentación con el lenguaje que parecería abstracta, loca, pero que es diferente a la poesía metrada”, precisó Fiorella Terrazas.

Hernández es un multifacético poeta. Se graduó de médico y vivió tocando el mundo de los versos. Siempre pensó que con la medicina y poesía podía curar. Esta forma de ver el mundo atrajo a algunos lectores. “No tenía idea que compartía esas dos pasiones. Son totalmente opuestas”, apuntó Isaac Laureano. “Me gusta su poesía y humanidad”, añadió Raúl Morales.

Algunos de los versos grabados en las paredes fueron los detonantes para cautivar a nuevos lectores de la obra de Luis Hernández. “Dentro de mi corazón/Hay otro corazón/Que sueña/Creo que ese/Es mi verdadero corazón”, fue la frase más fotografiada y Fiorella Castillo se la llevó consigo.

Los conocedores de Luis Hernández tuvieron la oportunidad de acercarse a su obra más íntima, de comprobar todo lo que habían leído o escuchado sobre sus cuadernos y gustos. Uno de ellos es Marco Arbulú. “Yo sabía de la poesía de Lucho Hernández porque mi primo tenía en la pared la frase: ‘El cielo son dos’. (…) Sabía que escribía en cuadernos con plumones de diferentes colores, le gustaba la música clásica y era transgresor. Aquí estoy comprobando todo lo que había leído de él”, detalló.

El mundo de Luis Hernández es tan deslumbrante que aún no se conoce todo. Todavía hay cuadernos sin publicar, versos sin descubrir y poesía por consumir. Pero se puede ver gran parte de lo que era este gran poeta en la exposición de homenaje.

Horario de visitas:

Martes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m., en la Sala de Exposición 1 de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima). Esta muestra podrá visitarse hasta el domingo 27 de agosto de 2017. Ingreso libre.

 

 

Voces tejidas: ¿Cómo abordar la diversidad cultural y lingüística a través del cine?

(Eduardo Vásquez)
(Eduardo Vásquez)

El cine como forma de reconocimiento de la identidad propia y la imagen visual como mecanismo de diálogo fueron los temas que abordó el segundo conversatorio del ciclo de charlas Voces Tejidas sobre diversidad cultural y lingüística en el Perú. Participaron el documentalista Salomón Senepo y María Elena Benites, directora del Grupo Chaski.

Salomón señaló que su producción audiovisual nace de una preocupación por el “otro”, aquellas comunidades andinas y amazónicas cuyas voces están invisibilizadas en el escenario nacional. Contó de su experiencia filmando el documental La frontera en las comunidades asháninkas de la selva central afectadas por la llegada de colonos, donde se vive un proceso cultural no de integración equitativa, sino cargado de discriminación. “La colonización nos corta, nos quiebra, comenzamos a olvidar y negar nuestras raíces para parecernos al otro, al conquistador”.

María Elena recordó el año 1984, cuando el Grupo Chaski estrenó Gregorio, una de las primeras películas que abordó la migración y las luchas de las personas que enfrentaban el menosprecio y la discriminación; cuatro años después se estrenó Juliana, cuya protagonista batalla contra una triple discriminación: por su condición de mujer, su etnicidad afrodescendiente y su situación de pobreza. El cine como vehículo de diálogo intercultural y reconocimiento, que sirva para visibilizar a los diversos pueblos, sus conocimientos y prácticas. “El cine puede reflejar tu cara y hacer que te quieras”.

Los participantes explicaron la necesidad de no solamente representar a las distintas personas que conviven en el Perú, sino revertir la relación de poder generada por el desigual acceso a las herramientas y tecnologías que permiten hacer cine.

El poder de la imagen no está en la imagen misma, sino en quién ve la imagen y cómo la usa”, indicó Salomón, explicando que en sus documentales la mirada no deja de ser occidental, pero intenta acercarse a las comunidades con respeto y ánimo de aprender antes de enseñar. Salomón dijo que es importante que las comunidades se comuniquen creando “su propio alfabeto y su lenguaje audiovisual”.

Por su parte, María Elena compartió la experiencia de la Red de Microcines, que agrupa a gestores culturales de diez regiones diferentes, quienes realizan funciones de cine comunitarias, seguidas de diálogos acerca de los temas de las películas. Estas redes avanzan hacia la producción de cine a partir de la creación colectiva. “Este cine no es con alfombra roja, ni para canchita y coca cola, nos entretiene y también nos emociona, nos hace pensar en cómo cambiar la situación en que estamos (…) No es de autor sino comunitario, lo hacemos en la comunidad, por y para la comunidad; es un cine que nos ayuda a encontrar el buen vivir”.

Sobre las charlas Voces Tejidas

Las charlas Voces Tejidas son un espacio mensual para reflexionar sobre la diversidad cultural y lingüística, desde las vivencias, experiencias y saberes de los participantes. Se relacionan con el primer nudo de la exposición permanenteIntensidad y altura de la literatura peruana, que exhibe cómo los diferentes idiomas que se hablan en el perú también representan diversas formas de pensar, crear, simbolizar y narrar.

La próxima charla del ciclo Voces Tejidas será el viernes 26 de mayo, a las 7 p.m., cuando conversaremos con las profesoras María Chavarria y Gavina Córdova sobre las experiencias de revitalización de lenguas. Se ha elegido este tema debido a que el 27 de mayo se celebra el Día del Idioma Nativo.

Un recorrido por las constelaciones poéticas de Luis Hernández

(Foto: Eduardo Vásquez)
Milagros Saldarriaga, directora de la Casa de la Literatura, junto a Max Hernández, hermano del poeta, Herman Schwarz y Nicolás Yerovi. (Foto: Eduardo Vásquez)

 

Con gran asistencia de público, la Casa de la Literatura Peruana inauguró la exposición El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández, la cual recorre la vida y la obra de uno de los poetas más originales y enigmáticos de la segunda mitad del siglo XX y de la generación literaria del 60. Esta muestra podrá visitarse gratuitamente hasta el domingo 27 de agosto de 2017.

“Con esta exposición la Casa de la Literatura quiere celebrar una manera de entender la poesía, situándola en la ciudad, entre nuestras calles y nuestras playas, confundida entre nosotros. Por ello, la poesía de Lucho nunca ha dejado de sentirse viva, de encontrar modos distintos de expresión. (…) Esta poesía abarca la música, el dibujo, la pintura, las ciencias, la historia de la literatura y la filosofía. (…) El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández es nuestro agradecimiento a ese hombre solo que se inventó el mundo y la vida para sí mismo”, explicó la directora de la Casa de la Literatura Peruana, Milagros Saldarriaga.

Por su parte, el psicoanalista Max Hernández, hermano del poeta, agradeció a la Casa de la Literatura y a todos los que pudieron hacer realidad la muestra en homenaje a Luis Hernández. Además, leyó un texto con versos escritos por su hermano.

“Son todas palabras de Lucho/ son las palabras de aquel que un día conoció el poder ligero de la palabra/ aquel cuyo corazón se enredó/ aquel cuyo ideal era no tolerar ante sí el dolor/ aquel que veía incluso, en Lima, en el Perú, cuando no había plata ni para el té, yates cromáticos cruzando el mar azul Prusia de La Herradura/ aquel que dedicó sus poemas a todos los prófugos del mundo y a quienes quisieran contemplarlo. Uso esas palabras y tomo el micrófono para decirle: ‘Luchito no mueras más. Como cuando vivías cantarás aunque no vuelvas”, manifestó Max Hernández.

(Foto: Eduardo Vásquez)
(Foto: Eduardo Vásquez)

 

El escritor Nicolás Yerovi recordó que la poesía de Luis Hernández lo atrapó luego de que encontró en ella “el gusto y el amor por el arte, la ironía y la travesura”, algo que había visto en la obra su abuelo Leonidas Yerovi, de su padre y que él también cultivó. Además, recordó que hace 42 años descubrió la obra del poeta, la cual estudió y difundió ayudando a que no pase al olvido cuando comenzó a obsequiar cuadernos con sus poemas tras dejar de publicar de manera convencional.

“Después de todo este tiempo transcurrido y, viendo a todos ustedes presentes esta noche como testigos y admiradores de una obra colosal que permanecerá para siempre en la historia de la lengua española, confirmo y corroboro lo que algún día imaginé e intuí: si mi vida hubiera servido tan solo para evitar que esta magnífica obra no cayera en el olvido, mi vida habría tenido sentido. Muchas gracias, Lucho”, sentenció.

El fotógrafo y uno de los curadores de la exposición, Herman Schwarz, destacó el valor del aporte de Nicolás Yerovi al reunir los cuadernos y estudiar la obra. “Gracias a él es que tal vez estamos aquí reunidos”. Además, agradeció a la familia, amigos del poeta y a todos los que colaboraron con la exposición.

“A 40 años de muerte de Luis Hernández se podría decir que el tiempo es el crítico más implacable, él diría, impecable. Su voz sigue vigente y podemos verlo en este grupo que ha reunido esta inauguración, donde siempre se suman lectores”, precisó.

El sobrino de Luis Hernández, Rafael Hernández, dedicó breves palabras sobre la obra de su tío. “Lo que vemos aquí: las fotos, las grabaciones, las reproducciones de los cuadernos, no dejan de ser una obra que trasciende la caligrafía, el cuaderno, la leyenda, el plumón. Y que sirve para reencontrarse con la poesía de Lucho o descubrirla, porque solo la poesía perdura”, apuntó.

Durante la inauguración cuatro músicos tocaron en versión de clarinete los temas Quartet No. 2 de Alexander Borodin y Long and Winding Road y Eleanor Rigby de la banda británica The Beatles, temas que eran del agrado del poeta.

(Eduardo Vásquez)
(Eduardo Vásquez)

 

Las secciones de la exposición

La exposición se organiza en cuatro zonas que buscan destacar la vida de Luis Hernández y su relación con la poesía, música, medicina, la ciudad y su familia. Al ingreso de la muestra, como bienvenida, se encuentran fotos del poeta y páginas de sus cuadernos donde se menciona El Sol Lila, que da nombre a la exhibición.

La primera sección de la muestra se denomina Mi barrio natal, corresponde a su infancia y relación con su familia. En las mesas de esta zona se encuentran cartas del poeta dirigidas a su madre, hermanos, y tarjetas para sus sobrinos, así como anuarios del colegio La Salle y fotografías familiares. Además, de cuadernos con poemas que se relacionan con esta etapa.

La segunda zona es La ética de Apolo, donde se remarca la relación entre su profesión de médico y su faceta de poeta. Luis Hernández tenía una visión de que la poesía y la medicina servían para aliviar y curar el dolor. Por ello, en esta sección se muestran versos relacionados con la curación. Además de sus poemas hay piezas, tales como su tesis de bachiller en Medicina, su diploma y carnet del Colegio Médico y su sello.

En esta sección también se encuentra un video con las entrevistas realizadas a los hermanos del poeta, Max y Carlos Hernández; a sus amigos como los hermanos Larco y Silvio Ratto; al poeta Luis La Hoz y al escritor Nicolás Yerovi. Además, se aprecian las primeras ediciones de sus tres poemarios publicados de manera ordinaria: Orilla (1961), Charlie Melnik (1962) y Las Constelaciones (1965). Así también destaca el mecanografiado original del poemario Las Constelaciones presentado al concurso Poeta Joven del Perú 1965.

La tercera sección es Mi país no es Grecia. En ella se muestra la visión de Hernández sobre la sociedad, la ciudad y su modo particular de cuestionar el orden establecido. Esto se puede ver a través de versos que están en la subsección llamada Cantas y ese es tu brillo que aluden a personajes de la época o acontecimientos violentos como uno dedicado a la muerte de Salvador Allende u otro llamado Matan a roba carros. Otra subsección es Ciudad muda que muestra su visión más amable de su entorno, donde incluso sus alter ego Gran Jefe Un lado del Cielo o Billy The Kid paseando por la ciudad. En una tercera parte se aprecia su visión de la poesía a través del dibujo. En este espacio los visitantes podrán escribir o dibujar con plumones y expresar sus propios poemas o ideas en unos cuadernos.

(Eduardo Vásquez)
(Eduardo Vásquez)

 

La exposición incluye piezas como la tesis para el grado de doctor de Nicolás Yerovi, donde analiza los cuadernos de Luis Hernández, así como un casete con una entrevista al poeta, además de la primera reunión de los cuadernos del poeta en una edición artesanal y artículos sobre su obra. También se puede apreciar un cuadro del artista Jaime Domenack.

La cuarta zona de la exposición es La armonía de las esferas que presenta la cercana relación del poeta con la música. Aquí se aprecian algunos vinilos, además, de cuadernos con versos del escritor sobre su relación con la música. Así como mesas donde se puede interactuar con ediciones facsimilares de cuadernos del poeta. En una de las vitrinas hay un batán realizado por el artista Carlos Runcie Tanaka y adornado con la letra de un poema.

En esta zona hay dos listas con los tops 15 musicales de Luis Hernández, tanto en música clásica como en música popular.

En esta sección el público podrá escuchar la conversación de Nicolás Yerovi con Luis Hernández realizada en agosto de 1975. Además, hay un video con una selección de cuadernos inéditos y otro con la proyección completa del rollo de papel con versos, que pertenece al poeta Omar Aramayo y que contiene dibujos y poemas de Luis Hernández, quien escribió en el papel durante uno de sus cumpleaños. En el centro de la exposición se puede ver el rollo de papel de forma física.

La exposición se realiza con la colaboración de la familia Hernández Camarero y de la editorial Pesopluma.

La muestra podrá visitarse hasta el domingo 27 de agosto de 2017, en el horario de martes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m. Ingreso libre.

 

Exposición El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández

La escritora Beatriz Zegarra cuenta la historia del rollo de papel con poemas de Luis Hernández.

Video y fotos de la inauguración

Inauguración El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández

 

Actividades del sábado 29 y domingo 30 de abril de 2017

Este domingo 30 de abril será la última función de la obra teatral La pasionaria: todos somos Magda. (Foto: Cuatrotablas)
Este domingo 30 de abril será la última función de la obra teatral La pasionaria: todos somos Magda. (Foto: Cuatrotablas)

 

Todos los eventos de la Casa de la Literatura Peruana son gratuitos. La dirección es Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima. Estación Desamparados, a una cuadra de la Plaza Mayor.

 

Sábado 29

Historias para disfrutar en familia
Los invitados a los sábados de cuentacuentos serán los integrantes de nuestro Programa Abuelas y Abuelos Cuentacuentos. Actividad dirigida a familias y a niñas y niños desde los 5 años.

Lugar: Sala Carmen Taripha (detrás de la escalera principal). Horario: 3:30 y 4:30 p.m. (dos funciones)

 

Presentación del libro infantil Gusanito y el señor de Sipán
Autor: Miguel Paz Varías. Presenta: Gail Silverman

Lugar: Auditorio. Hora: 4:00 a 5:00 p.m.

 

Música y poesía
El cantautor peruano Amadeus X presentará canciones de su primer y segundo álbum, La Ruta Natural, algunos temas inéditos y poesía musicalizada. Además, su presentación incluirá una performance a cargo de Rina Lilia. Más información aquí

Lugar: Auditorio. Hora: 7:00 p.m.

 

Domingo 30

Ciclo Cine y Biblioteca
Estrenada el año pasado con el título de Pasión por las letras, Genius es una cinta inspirada en la relación entre el editor Max Perkins y el escritor Thomas Wolfe. Director: Michael Grandage. Duración: 104 minutos

Lugar: Sala Carlos Oquendo de Amat. Hora: 3:00 p.m.

 

Teatro: La pasionaria: Todos somos Magda
El grupo Cuatrotablas presentará esta obra en el marco de la exposición de homenaje a la poeta Magda Portal que se inauguró en la Casa de la Literatura el 30 de marzo. Capacidad: 60 personas. La entrada es por orden de llegada. Dirigida a mayores de 14 años. Más información aquí

Lugar: Auditorio. Hora: 6:30 p.m.

 

Además, el público podrá visitar nuestras exposiciones vigentes:

Trazos cortados. Poesía y rebeldía de Magda Portal. Abierta hasta el domingo 13 de agosto.

El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández. Abierta hasta el domingo 27 de agosto.

Intensidad y altura de la literatura peruana. Es la muestra más representativa de la Casa de la Literatura y recorre nuestro devenir literario tomando como eje a las distintas identidades del país.

 

También nuestras tres salas de lectura:

Biblioteca Mario Vargas Llosa y el Café Literario (de martes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m.) y la Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo (martes a viernes de 10:00 a.m. a 5:00 p.m., sábados y domingos de 10:00 a.m. a 6:00 p.m.). El servicio es gratuito, pero es necesario llevar DNI.

 

Ciclo Cine y Bibliotecas presenta “Genius”

Colin Firth y Jude Law protagonizan esta cinta.
Colin Firth y Jude Law protagonizan esta cinta que llegó a la cartelera con el título de Pasión por las letras.

 

El domingo 30 de abril, a las 3:00 p.m., en la Sala Carlos Oquendo de Amat de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), se proyectará la película Genius (2016) dirigida por Michael Grandage. El ingreso es libre.

Estrenada el año pasado con el título de Pasión por las letras, esta cinta británico-estadounidense es un drama biográfico sobre el editor literario Max Perkins y su relación con el escritor Thomas Wolfe. Escrita por John Logan, la película se basa en el libro ganador del Premio Nacional del Libro de 1978 Max Perkins: Editor of Genius, de A. Scott Berg.

La película está protagonizada por Colin Firth (Max Perkins), Jude Law (Thomas Wolfe), Nicole Kidman (Aline Bernstein), Dominic West (Ernest Hemingway) y Guy Pearce (F. Scott Fitzgerald).

Luego de la proyección habrá un espacio para comentarios en el que podrá participar el público.

La cinta está dirigida a jóvenes y adultos.

 

 

“Magda Portal era muy divertida y también muy firme”

Rocío Revolledo Pareja (al centro) el día de la inauguración de la muestra en homenaje a Magda Portal. (Foto: Eduardo Vásquez)
Rocío Revolledo Pareja (al centro) el día de la inauguración de la muestra en homenaje a Magda Portal. (Foto: Eduardo Vásquez)

Compartimos una conversación con Rocío Revolledo Pareja, sobrina de Magda Portal, poeta a quien rendimos homenaje con una exposición que recorre su vida y obra.

 

La poesía y la política signaron la vida de Magda Portal. A pesar de los exilios y su militancia activa, la escritora no descuidó su vida familiar. En la exposición Trazos cortados. Poesía y rebeldía de Magda Portal podemos apreciar fotografías y documentos que evidencian el cariño y amor por su madre, hermanas, sobrinas e hija. Una de estas sobrinas fue Rocío Revolledo, quien era hija de Graciela, la hermana menor de Magda y a quien protegió y guió mientras estuvo en vida. En esta conversación Rocío Revolledo nos habla de algunos aspectos familiares de la poeta.

¿Cómo era la relación entre su madre y Magda Portal?
Mi mamá y Magda eran muy unidas. Mi mamá prácticamente la consideraba como si fuera su madre porque vivieron muchísimo tiempo juntas. Cuando Magda volvió del exilio, de las idas y venidas, siempre se quedaba en la casa de mi abuela y allí estaba mi mamá. Mi madre creció y estuvo siempre con Magda. Eran amigas, hermanas, se ayudaron mucho entre las dos. Y Magda, en cierta forma, se sintió responsable por mi mamá, por la diferencia de edades y porque la sentía un poco desprotegida. Mi mamá nació cuando mi abuelo había muerto. Parece que esa pérdida fue muy dura y tanto la hermana mayor de Magda, que se llamó Amelia, acogieron a Graciela, mi madre.

¿Cómo recuerda usted a su tía Magda? Quienes la conocieron resaltan su carácter fuerte
Era muy divertida, también muy firme. Recuerdo que cuando era chica no había necesidad de llamarme la atención, nunca me pegó, ni nada parecido. Solamente me miraba como diciendo “no está bien lo que estás haciendo”, entonces había que huir (ríe). Su mirada era muy fuerte cuando quería llamarme la atención. Después éramos bastante compinches. Para mí fue como si fuera mi madre. Me sentaba con ella los sábados en la tarde y hacíamos el Geniograma que a ella le gustaba. Pasábamos el tiempo juntas. Me iba diciendo qué libros leer.

¿Qué libros le recomendaba a usted Magda?
Depende de la edad. Aparte de los que me daban en el colegio, recuerdo que era bastante exigente conmigo. Cuando tenía 11 años me decía: “tengo que salir, lee El Comercio y me dices cuáles son las noticias más importantes”. Yo decía: “qué pesada, quiero salir a jugar…” y tenía que leer El Comercio y hacerle el resumen de lo que había leído.

Magda Portal en un retrato de 1981. Foto: Víctor Ch. Vargas/Caretas
Magda Portal en un retrato de 1981. Foto: Víctor Ch. Vargas/Caretas

¿En qué momento toma usted conciencia de la importancia literaria y política de Magda Portal?
Cuando yo tenía entre 18 y 20 años ella fue miembro de la ANEA (Asociación Nacional de Escritores y Artistas) y empiezo a acompañarla a las actividades. Allí conocí a los poetas, pintores y los intelectuales amigos de Magda. Como Francisco Izquierdo Ríos, quien también fue presidente de la ANEA. Recuerdo haberla acompañado incluso al velorio de Ciro Alegría. No entendía muy bien, pero teníamos que ir. Ese tipo de cosas están en mi memoria. También cuando (Mario) Vargas Llosa fue a mi casa para conversar con ella para realizar la entrevista para su programa de televisión (La Torre de Babel). Él fue visitarla a la casa y justo decía “ah yo he vivido por allí”, al referirse a la calle Diego Ferré, en Miraflores. Eso fue en el año 81 y ella empezó a viajar a congresos. Durante un tiempo estuvo escribiendo para revistas, la veía más en casa y después empezó nuevamente a activarse.

Entre los documentos valiosos que posee la familia destaca la autobiografía inédita de Magda Portal titulada Trazos cortados
Traté de arreglarla un poco, pero Kristel Best y Mauricio Delgado (curadora y museógrafo de la exposición, respectivamente) se dieron cuenta de que aparentemente ella fue corrigiendo el texto. Intenté enumerar el documento, pero entiendo que este tiene que ser un trabajo de personas que sepan, que se dediquen a ello y sería maravilloso que se pueda publicar esta autobiografía. Me gustaría, además, que pueda traducirse al español el libro de Kathleen Weaver, quien fue su biógrafa, donde cuenta muchos detalles de la historia de Magda.

Si tuviera que relacionar a Magda Portal con una palabra, ¿cuál sería?
Indestructible.

Eso dice mucho de su vida que fue muy intensa
Sí, ha sido intensa en todo sentido. Pero también ha sido una persona muy tierna, muy espiritual. Tenía su carácter. Poco a poco me iba enseñando las cosas y a veces yo no entendía y claro, uno va entendiendo después cómo es la vida en realidad.

¿Es cierto que en el primer gobierno de Alan García se le pidió que se reincorpore al Apra y ella desistió?
Sí, sí se le pidió, incluso también fueron apristas a visitarla personalmente, y ella le entregó al Congreso de esa época una ley que había preparado sobre los escritores y artistas. No sé en qué quedó.

¿Qué expectativas tiene sobre esta exposición?
Que llegue al gran público, especialmente a los escolares y que sea difundida su obra. Magda Portal no figura en los textos escolares, al menos personas de mi generación y personas de generaciones posteriores no la conocen. Entonces, es bueno que se difunda y vean que ella también tiene un lugar en la historia y que luchó muchísimo por las mujeres y por los pobres. Estuvo presa y la familia padeció. Todo esto tiene que salir a la luz.

 

 

Escucha mis manos: narración en lenguaje de señas

(Foto: Jaime Cabrera)
(Foto: Jaime Cabrera)

 

El sábado 29 de abril del 2017, a las 5:00 p.m., en la Sala de Literatura Infantil Cota Carvallo de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), se realizará la actividad Escucha mis manos: narración en lenguaje de señas. La entrada es libre.

Esta actividad tendrá un formato especial y contará con la participación de las mediadoras literarias: Ibis Meléndez, Becky Urbina y Sandi Muchari, quienes presentarán dos cuentos para ser vistos y oídos.

Los libros a narrar en forma oral y mediante el lenguaje de señas serán El zorro que devoró la nube, publicado por el Ministerio de Educación, y ¿A qué sabe la luna?, de Michael Grejniec.

Con esta actividad se pretende incluir a público con deficiencia auditiva interesado en conocer relatos de la literatura infantil. Pueden participar en este evento niños y niñas desde los 5 años de edad.

Al inicio de la sesión se presentará las características de la sala, así como a la escritora que da nombre a dicho espacio. La actividad contará con apoyo audiovisual y en todo momento se empleará el lenguaje de señas.

Esta actividad nace como resultado de un taller de lenguaje de señas dictado en la Casa de la Literatura, gestionado por el Área de Educación.

 

 

Libro de la semana: El arco y la flecha. Relatos de la selva

El arco y la flecha es un libro con el cual podemos acercarnos a una representación del imaginario colectivo shipibo-conibo. (Foto: Eduardo Vásquez)
El arco y la flecha es un libro con el cual podemos acercarnos a una representación del imaginario colectivo shipibo-conibo. (Foto: Eduardo Vásquez)

El pasado 20 abril se entregó el Premio Casa de la Literatura del 2017 a Luis Urteaga (Cajamarca, 1940) por “haber contribuido a iluminar y enriquecer distintos espacios marginados en el país, invisibilizando la figura del autor y apartando cualquier afán de reconocimiento”. Esta semana la Biblioteca Mario Vargas Llosa reseña El arco y la flecha (1996), uno de sus libros de temática amazónica, producto de su convivencia con una comunidad shipiba-coniba en las márgenes del río Ucayali entre 1979 y 1988.

Por Manuel Barrós, Biblioteca Mario Vargas Llosa

El arco y la flecha reúne doce cuentos inspirados en una comunidad shipiba-conibo del río Ucayali. En ellos la selva es la locación donde transcurren las historias, además de ser su protagonista más ubicua y proteica. Haz de naturaleza, animal, sensación, materia, sonido y circunstancia, la selva yace como el principal interlocutor de todos los cuentos. Ella cuenta y permite contar; escucha y hace hablar; sugiere y se aviene como acontecimiento en cada pasaje del libro.

Por ello, lo primero que se advierte en El arco y la flecha es la propicia aleación entre fábula, mito y literatura. El autor nos recuerda lo enormemente imbricados que subyacen en la imaginación shipiba de la cual es voz: cómo los mitos existen gracias a la literatura, a través de la palabra, sea oral o escrita. No ha de extrañarnos, entonces, la atemporalidad de los cuentos. No se la enmarca en un tiempo específico. No se busca contar el origen de un mundo ni fabular la insondable antigüedad de otro. No hay regionalismos ni diálogos que pretendan presentar como “habla popular”. Todo es trabajo de estilo.

Y es de estilo por su entereza de lenguaje, episodios y sensaciones adecuadamente dispuestos. Por ejemplo, los nombres humanos de las historias son traducciones directas del shipibo al español y el narrador omnisciente acierta en los adjetivos para otorgarle un relieve al lenguaje. No cae en exotismos ni impostaciones étnicas. Aunque algo escueto, solo cuenta lo necesario. ¿Y acaso no es eso un buen cuento? Saber elegir qué contar —cómo, desde qué ángulo y cantidad de narradores o voces—, sobre todo si se trata de una imaginación colectiva; imaginación que Urteaga busca expresar y condensar.

Sus principales temas refieren a la cotidianeidad que es tan individual como colectiva. Entre otras encontramos la unidad familiar, la violencia de la naturaleza, la solidaridad y la divergencia en la supervivencia comunitaria, la iniciación sexual, el humor, la importancia del territorio, la difícil convivencia entre los seres humanos y la selva. De ahí que en cada relato personal resuenen ecos de voces colectivas. Sin embargo, para que sus personajes funcionen y permitan la fluidez del texto Urteaga cae en ciertos clichés. Todos sus personajes son arquetipos; quizá una inconsistencia en los registros simbólicos del libro. Entre otras, las circunstancias por las que los personajes transitan son la fauna que cobra vida, las implacables leyes de la selva, el cazador joven que madura en el ejercicio de su oficio, los rituales colectivos, el matrimonio y el dificultoso descubrimiento de la sexualidad.

En ese contexto, al narrar, el autor apela a un anecdotario con guiños fantásticos, en un abanico de historias que podrían calificarse de inusuales. Episódico y de corte maravilloso en los relatos, la selva es representada como un escenario cuyas posibilidades son siempre insólitas, tan llenas de vida y de emoción. Los hechos se suceden unos a otros como parte de la imaginación en la naturaleza y lo que naturaleza causa en la imaginación al cobrar vida ciertamente fantástica en todos sus aspectos y de manera especial en el ejercicio de la caza. Por eso, no es casualidad que de dicho elemento provenga la elección del título. El arco y la flecha son los principales instrumentos de caza; además, símbolos de la masculinidad tan funcional para el relato como estereotipada para todo lo que narra el autor.

Por otra parte, llama la atención, la predominancia de ciertas especies como representantes de lo amazónico. Por dar un ejemplo, tomemos al jaguar, el animal que más aparece en cuatro de los doce cuentos. Aunque también hay gansos, delfines, nutrias, gavilanes o huanganas, el jaguar tiene un relativo protagonismo. El autor representa en el jaguar, especialmente el de color negro, al arquetipo del poder, el peligro, el erotismo y la ferocidad en los animales. Incluso podría ser visto como el gran antagonista de los seres humanos. Mientras que estos, necesitando alimento y refugio, se organizan para defenderse y sobrellevar su existencia, el jaguar puede andar libremente, sin mayores tropiezos, al punto de ser amante de una mujer, como se cuenta en un relato.

El arco y la flecha es un libro con el cual podemos acercarnos a una representación del imaginario colectivo shipibo-conibo. En voz de Urteaga, dicha imaginación tiene un encuentro fecundo para la literatura, a la vez individual y colectiva. Como hemos visto, la unidad temática del libro yace en su estilo, en la capacidad de su lenguaje. Hagamos de este libro otra forma de encuentro; por ejemplo, leyéndolo.

Audio inédito con la voz de Luis Hernández en muestra de homenaje

Luis Hernández y su sobrina Techi. Archivo Carlos Hernández.
Luis Hernández y su sobrina Techi. Archivo Carlos Hernández.

 

Además de sus objetos personales, así como sus míticos y coloridos cuadernos, la exposición El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández, que se inaugurará el miércoles 26 de abril, a las 7:00 p.m., tendrá entre sus novedades un audio inédito en el que se escuchará la voz del poeta.

Este hallazgo fue posible gracias al escritor Nicolás Yerovi, quien en agosto de 1975 entrevistó a Hernández y registró la charla en una cinta magnetofónica. En los primeros minutos de la grabación se escucha las melodías de un piano, instrumento que el poeta ejecuta y donde interpreta versiones personales de Oh my love, de John Lennon, y Norwegian Wood, de The Beatles, uno de sus grupos favoritos.

En la conversación Yerovi interroga al poeta sobre datos de su biografía, así como su primer acercamiento a la poesía. Las singulares respuestas de Hernández ofrecerán al público que visite la muestra una visión del universo poético del escritor, quien falleció en Buenos Aires, el 3 de octubre de 1977.

Esta entrevista, realizada en la casa del poeta, ubicada en el distrito de Jesús María, fue publicada el 20 de setiembre de 1975, en el suplemento Garcilaso del diario Ojo. Una versión resumida se publicó en La imagen cultural, de La Prensa, en un suplemento especial en homenaje al mes de su muerte, el 6 de noviembre de 1977.

El audio completo, de una duración de 33 minutos, podrá escucharse en la Sala de Exposición 1, donde se presentará esta muestra.

 

MÁS DETALLES SOBRE LA MUESTRA

El sol lila. Constelaciones poéticas de Luis Hernández, que se inaugurará en la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), mostrará al público por primera vez el archivo personal del poeta custodiado por su familia.

La muestra exhibirá gran parte de los cuadernos de Luis Hernández conservados por sus herederos. Estos ascienden a más de 40 y son custodiados actualmente por la editorial Pesopluma. Además, algunos serán expuestos en versión facsimilar para que el público interactúe con ellos.

Luis Hernández solo publicó tres poemarios: Orilla (1961), Charlie Melnik (1962) y Las Constelaciones (1965) y exploró otras maneras de difundir su obra a través de cuadernos que obsequiaba a distintas personas. En ellos se encuentran poemas, citas, traducciones, letras de canciones, dibujos y collages.

Otra de las novedades que presentará la exposición será un cuaderno inédito de Hernández, encontrado por un transeúnte en las calles de Lima en la década del 70. Además, se proyectarán las entrevistas realizadas a los hermanos del poeta, Max y Carlos Hernández; a sus amigos como los hermanos Larco y Silvio Ratto; al poeta Luis La Hoz y al escritor Nicolás Yerovi.

Además, el archivo de Luis Hernández incluye fotografías personales en distintas edades y momentos de su vida, documentos, libros de música donde realizó anotaciones, su diploma y sello de médico, entre otros.

Asimismo, primera vez se mostrará un rollo de papel, que pertenece al poeta Omar Aramayo, y que contiene dibujos y poemas de Luis Hernández, quien escribió en el papel durante uno de sus cumpleaños.

La exposición se realiza con la colaboración de la familia Hernández Camarero y de la editorial Pesopluma.

La muestra podrá visitarse desde el miércoles 26 de abril hasta el domingo 27 de agosto de 2017, en el horario de martes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m. Ingreso libre.

 

 

Poesía y facetas de José Watanabe: 10 años sin el vate

José Watanabe mirando el horizonte en la foto tomada el 11 de enero del 2007. (Cortesía de la revista Caretas/Víctor Ch. Vargas)
José Watanabe sonriente en una foto tomada el 11 de enero del 2007, tres meses antes de su partida. (Cortesía de la revista Caretas/Víctor Ch. Vargas)

 

Vinculado esencialmente con la poesía, José Watanabe se desarrolló en distintos campos: la literatura infantil, el cine, el teatro, la televisión y la historieta. Además, fue directivo del canal del Estado e incursionó en la composición musical.

 

Por Ricardo Flores Sarmiento

José Watanabe murió hace 10 años, pero su obra late. Sus poemas siguen vivos, sus guiones —aún sin estudiar— palpitan en algunas de las películas más importantes del cine peruano, y sus cuentos para niños continúan leyéndose. Su vida física se apagó hace una década, sin embargo, su obra vive y late más fuerte.

“Además de ser un gran poeta fue guionista de cine, productor de televisión, y llegó a ser gerente del Canal 7. Todo lo que se proponía hacer, lo hacía bien. Eso es innegable”, apunta Lorenzo Osores, amigo de Watanabe.

Muchos años antes de entrelazar su poesía con otras artes y sellar su nombre en las letras peruanas, José Watanabe fue un niño dotado con una imaginación vasta y una mirada aguda, que se consagraría en su obra poética. Su don especial para la observación se fue tejiendo en sus primeros años al contemplar las cenizas de la caña de azúcar y ver en estas formas de objetos y animales. “Él tenía un ojo distinto. Era muy contemplativo”, relata Teresa Watanabe, hermana del escritor.

Nació el 17 marzo de 1945, en el distrito de Laredo, en Trujillo. Fue el sétimo de once hermanos y producto de la suma dos mundos. Su padre, el ciudadano japonés Harumi Watanabe, llegó al Perú en 1919, y su madre Paula Varas era originaria de la costa norte de nuestro país.

Vivió los primeros años de su vida en Laredo rodeado por el campo. “Un espacio con poca zona urbana y mucha área agrícola. Para un niño era casi un lugar ideal”, recuerda su hermana. En este ambiente, Harumi Watanabe, pintor de profesión, alguna vez le leyó haikus, un tipo de poesía japonesa a la que se aficionó desde su país natal. José tendría más tarde también un interés especial por estos poemas tan profundos como breves.

 

POESÍA Y ARTE

 A los 15 años su vida cambiaría para siempre. Cuatro años después de mudarse a Trujillo, luego que su padre ganó la Lotería de Lima y Callao, murió Harumi y, apenas un mes después, fallecería su primera enamorada. El golpe anímico fue demasiado para un adolescente romántico. “Fue la primera vez que necesité escribir”, le contó Watanabe a José Li Ning.

Tras estos acontecimientos, el poeta inició, en 1963, sus estudios en la Escuela de Bellas Artes en Trujillo. En ese ambiente artístico, José Watanabe compartiría sus primeros versos con amigos y, en 1965, se presentó al mítico concurso de Poeta Joven del Perú, donde obtendría una mención honrosa con el poemario Arquitectura de la sombra en la hierba —que nunca fue publicado—. Este lugar lo compartió junto a tres poetas, uno de ellos Juan Ojeda. En esa edición Luis Hernández Camarero obtuvo el segundo lugar y el primer puesto fue compartido por Manuel Ibáñez Rosazza y Winston Orrillo.

José Watanabe dejó la pintura presionado por su familia y viajó a Lima, donde estudió dos años de Arquitectura en la Universidad Federico Villarreal. Es en la capital donde comienza a involucrarse con el mundillo literario, pero su carta de presentación sería como cuentista y no como poeta. Su relato El Trapiche fue publicado en el número 1 de la revista Narración (1966).

“Apenas tenía veinte años y su prosa era directa, hermosa y profunda. Los diálogos eran ágiles y la estructura general de buena factura”, recordaba el escritor Oswaldo Reynoso en el artículo José Watanabe, el joven narrador. La nota que acompañaba el relato indicaba que iba a formar parte de un libro de cuentos que nunca vio la luz.

album_fullLuego de su breve paso por la narración, su nombre adquiriría mayor relevancia al ganar el premio Poeta Joven del Perú en 1970, por su poemario Álbum de familia, donde compartió el primer lugar con Antonio Cillóniz.  Su amigo Lorenzo Osores recuerda que Watanabe no quería participar en el concurso porque la posibilidad de quedar como una mención honrosa, era deshonroso para él.  “No es tan cierta esa imagen de humilde con que algunos ingenuos lo han cubierto. Él no era tan humilde, él quería ganar. Entonces, yo lo convencí. Le dije: ‘sí vas a ganar’ y lo ganó”, reveló.

Al año siguiente del premio se publicó Álbum de familia, donde plasma el encuentro cultural entre el origen andino de su madre y el mundo japonés de su padre. Sería, además, su partida nacimiento en la llamada generación del 70, donde Watanabe muestra grandes diferencias en su poesía con relación a sus contemporáneos al no abordar temas políticos, pese la efervescencia de la época a la que sumaron grupos como Hora Zero y Estación Reunida.

“Watanabe realiza una experimentación con el haiku, una poesía coloquial mesurada que evita el lugar común”, explica el catedrático e investigador Camilo Fernández. “En esa generación la mejor poesía la escribieron los insulares, es decir, la poesía de Watanabe destaca por encima de todas y es seguida por la de Enrique Verástegui, quien dentro de Hora Zero era el que menos expresaba en su poesía los postulados de ese movimiento”, aprecia Marco Martos.

 

INICIO EN EL MUNDO INFANTIL

Un nuevo mundo se abrió para un autodidacta José Watanabe cuando, en 1973, ingresó al Instituto de Teleducación (INTE) del Ministerio de Educación. Quien lo convocó fue el poeta Pablo Guevara. Ahí se inició como guionista y director de la serie televisiva infantil La casa de cartón, donde trabajó estrechamente con Carlos Tovar.

Este dibujante, conocido como Carlín, recordó la destreza de Watanabe para crear los personajes de las series, en especial, la del segmento llamado El elefante y la cigarra, donde el poeta creó al elefante usando su mano como el cuerpo del paquidermo y su dedo funcionaba como trompa, mientras que fabricó a la cigarra con un gancho de ropa. “Él era un artista”, apunta Carlín.

Esta experiencia televisiva duraría hasta 1974, año en que viajó a Alemania para presentar en un evento internacional La casa de cartón.  Tras su regreso al Perú volvió a trabajar con Carlos Tovar. Esta vez en la historieta Cabriola La Cabra, donde escribía el guion y Carlín hacía los dibujos. Esta era publicada en la revista Collera. “Hay un gran aporte de Watanabe en mis dibujos en la historieta”, apunta el ilustrador.

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Con El futuro diferente, la dupla Watanabe-Carlín continuaría explorando el humor a través la historieta. Su personaje principal era el investigador privado Lucas Pen, quien resolvía casos políticos como el secuestro del dentista del ‘Presidente Mario Vargas Llosa’ o salvaba de un atentado al alcalde del pueblo de San Miguel, Alfonso Barrantes. La imaginación de Watanabe quedó plasmada en la revista El idiota ilustrado.

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GUIONES Y CINE

Eran los primeros años de los ochenta y José Watanabe recibió una oferta que le abriría otro mundo. Alberto Durant le ofreció hacer juntos el guion de su primera película, Ojos de perro (1981), donde el escritor tuvo a su cargo la dirección artística.

“Si bien él tenía experiencia en guiones de televisión, eran guiones educativos, no era una ficción pura. Pero como poeta tenía una facilidad para crear mundos imaginarios por lo que fue muy interesante ver el proceso en que se convirtió en guionista”, recuerda Durant, con quien trabajaría años después en la dirección artística de la cinta Malabrigo (1986).

Su trabajo como guionista seguía en ascenso, cuando incursionó en la adaptación de la novela No una, sino muchas muertes (1958) de Enrique Congrains, junto a Edgardo Russo. El guion de la película Maruja en el infierno (1983) fue su primer trabajo con el cineasta Francisco Lombardi y su segunda cinta como director artístico.

Un hito importante ocurriría en 1985 con la adaptación cinematográfica de la novela La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa. Watanabe pudo sortear el desafío y no solo eso: logró que una película estuviera a la altura del libro que le dio origen. El guion lo trabajó junto a Lombardi, quien dirigió la cinta.

José Watanabe el último de la izquierda al lado del actor Gustavo Bueno, del director Francisco Lombardi, del escritor Mario Vargas Llosa y la actriz Liliana Navarro. (Foto: Arkivperu)
José Watanabe el primero de la izquierda al lado del actor Gustavo Bueno, el director Francisco Lombardi, el escritor Mario Vargas Llosa y la actriz Liliana Navarro. (Foto: Arkivperu)

“El guion de La ciudad y los perros es potente. Sigo creyendo que es una de las grandes películas del cine peruano, yo diría entre las 10 películas del cine peruano, y Maruja en el infierno, es una extraordinaria adaptación”, señala Jorge Eslava.

 

CÁNCER

Su prolífica producción en cine se detuvo cuando le detectaron cáncer de pulmón. En los años previos a esta enfermedad se podía ver al poeta tomando un cigarrillo, partiéndolo en tres partes y fumándolo sin filtro. De este vicio también derivaría su característica voz grave.

En 1986 viajó a Alemania, donde recibió tratamiento y se curó de su primer cáncer. Esta experiencia cercana a la muerte cambiaría todo en su vida sumiéndolo en una profunda depresión y un aislamiento, pero no lo alejó de la poesía. Nunca dejó de escribir.

En aquellos años de silencio poético, Jorge Eslava dirigía la editorial Colmillo Blanco. El escritor se le acercó a José Watanabe un día que fue a recoger a sus hijas del colegio donde trabajaba y le propuso publicar un libro suyo. El poeta, quien era de modales muy amables, lo invitó su casa donde acordaron la publicación de El huso de la palabra (1989).

huso_full_jpg_515x515_detail_q85Con este libro, Watanabe rompió un silencio de 18 años y volvió a situar su nombre en lo alto del ambiente literario, recibiendo elogios, reconocimientos, además, de ser elegido como el mejor poemario de la década de los ochenta en una encuesta organizada por la revista Debate.

El huso de la palabra es la cumbre de José Watanabe. Marca un antes y un después en el ámbito de su poesía, particularmente por el empleo del verso coloquial, el uso del haiku”, califica el investigador en poesía, Camilo Fernández. “Con El huso de la palabra adquiere potencia y una dimensión que no alcazaba el primer libro, luego porque vuelve a situar su nombre entre los más importante de su generación, tal vez el más importante de su generación”, destaca Jorge Eslava.

 

RETOMA EL CINE

ALIAS LA GRINGAEl poeta regresaría al cine para trabajar el guion de la cinta Alias ‘La Gringa’ (1990), junto al director Alberto Durant y José María Salcedo. La película fue un éxito rotundo, pese a las dudas que tuvo en un primer momento Watanabe en la inclusión de Germán González como protagonista de la cinta.

En Alias ‘La Gringa’, el poeta mostraría sus habilidades como director artístico, sus dotes para hacer escenografías, crear atmósferas y desarrollar el espacio donde se mueven los personajes. Ocho años después volvería a trabajar con ‘Chicho’ Durant en la dirección artística en la cinta Coraje, la última película en la que participó.

Antes de este trabajo, se encargaría del guion y la dirección artística de Reportaje a la muerte (1992), dirigida por Danny Gavidia y del libreto de la cinta Anda corre vuelta (1993), de Augusto Tamayo.

 

TELEVISIÓN

El poeta estuvo muy ligado a la televisión a lo largo de su vida. Luego de la experiencia en La casa de cartón regresó a la pantalla chica, a inicios de los 90, como gerente de Televisión Nacional del Perú. Estuvo en este cargo en dos periodos. Primero en 1992 y luego en 2001. Durante su gestión, José Watanabe, un hombre que no podía tener las manos quietas, ideó el programa Hecho a mano, donde se resaltaba la labor de los artesanos.

Su experiencia televisiva no lo apartó de la labor creativa. Trabajó en el guion de la telenovela Canela (1995) junto a Rocío Silva Santisteban y Rosa Málaga. Precedida por la exitosa novela Gorrión, no logró captar la audiencia esperada. A pesar de mostrar los paisajes bellos de Arequipa, sus giros inesperados la volvieron difícil de entender.

Pero la revancha vendría poco tiempo después. Watanabe sacó lustre a su experiencia como guionista en la serie Hombres de bronce (1998-Panamericana Televisión), que mostraba a personajes relevantes de nuestra historia a través de dramatizaciones de corte documental. El poeta trabajó en los guiones de Julio César Tello, Ricardo Palma, Daniel Alcides Carrión, entre otros.

 

Su experiencia en Hombres de bronce le serviría para que, años después, trabaje en guiones de documentales con Sonia Goldenberg. Primero en Poderoso caballero (2002), donde narra los años de corrupción de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos demostrándolos con los hechos más representativos como los ‘Vladivideos’. Luego, en Memorias del Paraíso (2003), documental que le valió a Goldenberg el premio de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano.

 

 

RECAÍDA

En los años noventa, José Watanabe volvió a sentir la muerte de cerca. En 1993 falleció su madre, Paula Varas. Un año más tarde, el cáncer regresó y le afectó el otro pulmón. Realizó su recuperación en el Instituto de Enfermedades Neoplásicas.

cara_historia_fullEl retorno del cáncer coincidió con la publicación de su poemario Historia natural (1994). “Lo que quería hacer con Historia Natural es una filosofía muy simple pero muy válida, que aprendí de niño: La vida es física, no es intelectual”, explica Watanabe sobre su libro en la revista Caretas.

Luego del segundo cáncer sintió que le quedaba poco tiempo e inició un periodo muy prolífico en todas sus facetas, pero siempre apoyándose en la poesía. “Con la enfermedad comenzó a escribir más. Era consciente que no tenía toda la vida por delante”, indicó Teresa Watanabe.

Este nuevo golpe se ve reflejado en su poemario Cosas del cuerpo cosas_full(1999), que es considerado uno de sus libros más destacados, por la calidad de sus versos que se pueden ver reflejados en “El Lenguado”, “El ojo”, “El guardián del hielo”. “En este libro lo físico es lo que importa. De alguna manera, planteo que el cuerpo es nuestra única patria, la única posesión real que tenemos”, refirió Watanabe en la revista Caretas.

 

 

MÁS ALLÁ DE LA FRONTERA

 
La poesía de Watanabe cruzó la frontera rápidamente, y el primer destino, lejos de ser Sudamérica, fue Inglaterra con una antología de 44 de sus poemas en Path Through the Canefields (1997) seleccionada por Dave Tipton y C.A.de Lomellini, quienes destacaron el uso del lenguaje cotidiano en su poesía.

cara_guardian_fullLa encargada de llevar a José Watanabe a recorrer Latinoamérica fue Piedad Bonett, con quien tuvo una amistad. La antología El guardián del hielo (2000) realizada por esta poeta colombiana recibió, dos años después de su publicación, el Premio José Lezama Lima otorgado por la Casa de las Américas en Cuba. “Las profundas y diversas raíces de su autor se entretejen en torno al mito familiar, así como para traducir en palabras sus emociones”, destacó el jurado.

En el 2005, cuando Watanabe estaba consolidando su presencia en el continente se publicó en Venezuela la antología Lo que queda, trabajada por Micaela Chirif.

Eduardo Chirinos llevó la poesía de Watanabe a España con la antología Elogio del refrenamiento (2003). Poco antes de la muerte del poeta, también en el país ibérico, se publicó Tu nombre viene lento (2006), su última antología, la cual reunía los poemas sobre su madre.

 

TEATRO Y MÚSICA

Al final de los años 90 recibió una propuesta del grupo Yuyachkani para incursionar en el guion teatral. Fue así que realizó una memorable versión libre de Antígona de Sófocles, interpretada por Teresa Ralli y dirigida por Miguel Rubio. El drama griego del pasado parecía reflejarse en el presente del país: la violencia extrema, las desapariciones eran aun prácticas constantes. Lo curioso es que Ralli había pensado en Blanca Varela para la adaptación, pero fue ella quien recomendó a Watanabe.

 

La obra se presentó en febrero del 2000, donde se pudo apreciar el aporte de Watanabe en el guion con su vena poética, sus versos, que se fusionan con su mirada de la Antígona de Sófocles. Esta mezcla logró que se mantengan frases del escritor griego y versos salidos del propio mundo del poeta como: “No hay peor tortura que la propia imaginación y Antígona no cesa en mi mente”.

El teatro lo impactó en su vida y tenía planeado trabajar más obras griegas como Medea, Lisístrata y Electra, sin embargo, la vida lo llevaría por otros caminos.

Watanabe era un amante del arte en toda su dimensión. Era un lector de gustos tan diversos como Yasunari Kawabata, Matsuo Bashō, Ezra Poud o T.S. Elliot, además, de un gran conocedor de la ilustración y un amante de la pintura. Pero, sobre todo, era un conversar único. “A él le interesaba desarrollar varias facetas porque era un hombre culto, por momentos hasta erudito”, recuerda Eslava.

Sus conocimientos llegaban hasta la música y ahí el rock lo esperaba. Luego de mostrarse en desacuerdo de que sus poemas sean musicalizados acordó con Rafo Ráez hacer un disco con canciones compuestas por él. El álbum Pez de Fango vio la luz en el 2005 con 13 temas escritos por el poeta, quien tras la publicación del disco negó más de una vez sentirse un rockero y se autodenominó: “letrista de rock”.

 

 

LITERATURA INFANTIL

En la década de los ochenta publicó una serie de sus cuentos infantiles en los libros de lectura de la editorial Santillana entre los que destacan: El ciempiés que demoraba (1987), El señor que paseaba con un pingüino (1986) o Pobrecito cocodrilo (1983). Estos relatos nunca pudieron ser compilados ante la negativa del poeta. “No son cuentos, son chistes populares”, le decía Watanabe a Jorge Eslava cada vez que le ofrecía reunirlos y publicarlos.

Muchos años después de su trabajo con Santillana, escribió una serie de 11 libros infantiles, que fueron publicados incluso después de su muerte. “Prácticamente todos sus cuentos los hizo en un año, que fue su último año de vida”, reveló Micaela Chirif.

003Watanabe trabajó estos cuentos con las técnicas de cine, haciendo encuadres panorámicos de las imágenes. En esta línea de relatos destaca la serie de Andrés Nuez, donde el poeta con su habilidad manual diseñó los personajes de estos cuentos. El escritor pensaba trabajar una obra más amplia, dirigida a la enseñanza de la función numérica, los colores, el abecedario.

 

LA POESÍA, SU VIDA

“La poesía ha sido toda la vida su acompañante, al final si él ha logrado vivir más tiempo es por la poesía. Era su vida, su bastón, su todo”, recuerda Teresa Watanabe. Y en los últimos años de su vida no fue la excepción.

cara_habito_fullEn el 2002, publicó el poemario Habitó entre nosotros, que destaca entre su poesía por tener una temática distinta donde muestra su visión de Jesucristo. “El libro empezó viendo cuadros bíblicos que tenían que ver con la vida de Cristo”, reveló José Watanabe al periodista Diego Alonso Sánchez.

La siguiente obra en aparecer sería La piedra alada (2005), que tuvo una gran acogida en España, incluso fue un éxito en ventas. En él, Watanabe afina su mirada a la naturaleza y a los pequeños detalles que cobran vida como en el poema que le da el nombre al libro.

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Un año más tarde publicó su último poemario: Banderas detrás de la niebla (2006), que muestra una mixtura de temas como el amor, la muerte, la naturaleza, siempre con su mirada acuciosa, donde destacados poemas como “Responso ante el cadáver de mi madre”, “Flores”, “Banderas detrás de la niebla” y la sección El otro Asterión.

  

 

LA VIDA LE QUEDÓ CORTA

José Watanabe dormía de día y vivía de noche explotando su creatividad. Sin proponérselo abarcó nuevas facetas más allá de la poesía y coleccionó títulos sin estudiar. Era una persona múltiple, que al igual que en su obra podía estar callado mucho rato y de pronto hablar sin que nadie lo pueda detener. Es ahí, en la plenitud de su carrera, en la etapa más prolífica de su vida, que le detectaron un tercer cáncer, esta vez al esófago. “Quería escribir más teatro y desarrollar toda la línea para niños. Se le quedaron muchas cosas”, confiesa Teresa.

La vida se le fue derritiendo entre las manos sin poder hacer nada, la noche del 25 de abril del 2007, en el hospital Neoplásicas, murió José Watanabe. Wata, Pepe, ‘Chino’.  El hombre de la palabra justa, el poeta de gustos finos y variados, de lecturas diversas, de mirada acuciosa, el burlón, el gracioso, el ambidextro de nacimiento, el perfeccionista incasable, el conversador innato, el artista en todas sus facetas.

“El tiempo va haciendo una selección rigurosa de poetas o artistas en el Perú del año 70 a comienzos del tercer milenio y sin duda que José Watanabe queda como una figura muy notable”, sentencia Marco Martos.

 

 Los invitamos a ver este reportaje en video que preparamos

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