Discurso de Juan Ramón Ribeyro en la inauguración de la muestra “Julio Ramón Ribeyro: La palabra del mudo”

Juan Ramón Ribeyro, en la inauguración de la muestra "Julio Ramón Ribeyro: La palabra del mudo".

El 15 de diciembre de 2011 inauguramos nuestra exposición “Julio Ramón Ribeyro: La palabra del mudo”, donde presentamos la vida y obra del mejor cuentista peruano. Durante la ceremonia de inauguración, además de las palabras de nuestra directora, la Dra. Karen Calderón, nos acompañó el Sr. Juan Ramón Ribeyro, sobrino del escritor homenajeado, quien ofreció un emotivo discurso en representación de la familia Ribeyro, que acontinuación reproducimos:

«Buenas noches. Mi agradecimiento en nombre de la familia Ribeyro a los organizadores de la presente exposición “Julio Ramón Ribeyro: La Palabra del Mudo” y en especial a la directora de la Casa de la Literatura Peruana, Dra. Karen Calderón, y a Agustín Prado, por sus elogiosas palabras y a los admiradores de Julio.

Son ya 17 años cumplidos este 4 de diciembre [de 2011] que mi tío, el flaco del cigarro en mano, nos dejó, aunque paradójicamente cada vez está más presente entre sus lectores que buscan ávidamente sus libros difíciles de encontrar; entre críticos de diferentes latitudes que le siguen dedicando investigaciones y entre los que lo quisimos y compartimos con él sus peripecias como escritor. En mi caso gracias a que mi padre era su agente literario, así que conocimos  a los personajes y las historias, antes y después de ser recreadas, algunas con la complicidad de Juan Antonio -su hermano- el cual proveyó personajes e historias, incluso él y muchos tíos, primos, sobrinos y amigos, aparecen inconfundibles en muchos de sus cuentos, aunque creo que todos los peruanos fácilmente podemos identificarnos con sus grises personajes limeños, de clase media, fracasados y frustrados, como diría Julio Ramón contrastados entre “frágiles sueños y duras realidades”.

Julio Ramón, considerado como un triste pesimista, no era más que un escéptico optimista que la única certeza que tenía es que no hay convicciones duraderas sino, no hubiera sobrepasado todos los pronósticos de vida que le daban tras el cáncer que lo acompaño por 30 años. Tampoco se sintió menos por ser un cuentista antes que un novelista y no ser parte del boom latinoamericano pues, antes que estos géneros él era un escritor que no vivía de la literatura, ni por la literatura sino con la literatura y sin embargo escribió 3 novelas, teatro, ensayo, diarios personales, crónicas, cartas, reflexiones, etc. , publicados todos, aunque aún existe material como para 7 tomos más de sus diarios: La Tentación del Fracaso.

Respecto a la fama y a los premios pensaba que lo primero le recortaba la libertad e intimidad y que lo segundo no eran ni justos ni aprobatorios y ambos eran un accidente.

Finalmente les leo una brevísima Prosa Apátrida que nos acercará más al escritor tanto como los objetos personales, fotos, libros y páginas de su diario inéditas que, se exhibirá a partir de hoy y por 3 meses en esta excelente muestra:

“No hay que exigir a las personas más de una cualidad. Si les encontramos una debemos ya sentirnos agradecidos y juzgarlas solamente por ella y no por las que le faltan. Es vano exigir que una persona sea simpática y también alegre o que sea culta y también aseada, o que sea hermosa y también leal. Tomemos de ella lo que pueda darnos. Que su cualidad sea pasaje privilegiado a través del cual nos comunicamos y nos enriquecemos”».