Libro de la semana: Traducciones completas de César Vallejo

El volumen presenta un estudio crítico y las tres obras que tradujo César Vallejo. (Foto: Eduardo Vásquez)
El volumen presenta un estudio crítico y las tres obras que tradujo César Vallejo. (Foto: Eduardo Vásquez)

El 15 de abril se cumple un aniversario más de la muerte de César Vallejo (1892-1938), el más importante poeta peruano. Esta semana, la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana reseña sus Traducciones completas (2003), libro cuya edición y estudio preliminar estuvo a cargo de Rosario Valdivia Paz-Soldán. Conozcamos esta faceta poco difundida de Vallejo.

 

Por Manuel Barrós, Biblioteca Mario Vargas Llosa

Traducciones completas reúne todas las traducciones verificadas que hizo César Vallejo a lo largo de su vida. El volumen presenta un estudio crítico y las tres obras que tradujo Vallejo: un ensayo-crónica de viajes y dos novelas. Además, en una breve nota, Ricardo Silva-Santisteban agrega dos aspectos más a la presente edición. El primero es deslindar de las traducciones apócrifas de Vallejo, revisando las distintas traducciones que le han sido atribuidas, pero que no fueron encontradas ni verificadas por los investigadores a lo largo de los años. Como él mismo señala, la supuesta traducción de Le Jument (1933) de Marcel Aymé ha descaminado a algunos investigadores en su búsqueda sin resultados hasta la actualidad. Por ello, Ricardo Silva-Santisteban, director de las Ediciones del Rectorado de la Pontificia Universidad Católica del Perú, optó por publicar aquellas cuya comprobación sea exacta. Por otra parte, este volumen de las Traducciones completas cierra la colección de las Obras completas de César Vallejo publicadas entre 1997 y el 2003. Así, el presente libro cierra el proceso editorial iniciado pocos años antes, mostrándonos una visión conjunta y organizada de Vallejo en su faceta de traductor.

En su estudio preliminar, Rosario Valdivia señala que la faceta traductora de Vallejo se enmarca y se entiende por necesidades económicas en Francia y, sobre todo, en España en la década de 1920. Aunque no fue su trabajo más rentable ni el que más realizó en vida, Vallejo se dedicó a la traducción para sobrevivir con Georgette. Valdivia analiza brevemente las traducciones, contrastando las versiones de Vallejo con los originales en francés. La edición no es bilingüe ni anotada, pero nos permite conocer, en calidad de documento, otra dimensión de la trayectoria artística de César Vallejo. Así, la primera obra que tradujo Vallejo fue En el Perú. En torno al continente latino con el “Jules Michelet” (1925) que su autor, Charles Mangin (1866-1925), publicó dos años antes, en 1923. Fue a pedido del propio autor. Se trata de un ensayo histórico, con aires de crónica, sobre el viaje de Mangin por gran parte de Latinoamérica. Vallejo tradujo la parte referida al Perú, tomando cuatro de los doce capítulos del libro: “Las fiestas del centenario”, “La cuestión del Pacífico”, “A través de los Andes-Lima-Arequipa” y “Entre los incas”. Este no es un libro de creación literaria, pero ya nos advierte el manejo adecuado de la sintaxis del español y francés por parte de Vallejo. Estamos ante su primera traducción, a la edad de treinta y tres años. Valdivia señala algunos descuidos y logros que pueden entenderse por el poco interés en la obra. Quizá su rasgo más anecdótico es el dinero que Vallejo recibió tiempo después por parte del gobierno de Leguía, por la valoración simbólica que Mangin hace del Perú.

La segunda traducción que hizo Vallejo fue Elevación (1930) de Henri Barbusse (1873-1935), publicada en español en 1931. A Barbusse se le consideraba como “un narrador testigo de la vida y muerte de los combatientes de la Primera Guerra Mundial”. En Elevación se cuentan las aventuras y reflexiones de un piloto-narrador, en un relato transcurre más en el aire que en la tierra. A través de monólogos, el protagonista reflexiona sobre su existencia, creando, así, una “novela de sensaciones”. En las tribulaciones del piloto se traslucen un abanico muy particular de temas y situaciones: “la guerra de clases, un antiguo amor, los obreros y sus luchas de reivindicación, la Revolución Rusa”, etc. Valdivia anota los desaciertos de Vallejo al traducir esta novela. Por ejemplo, la sobretraducción que comete; es decir, “amplió innecesariamente” una idea que en lugar de aclarar el sentido semántico del original, lo enturbia y complica aún más. Valdivia sugiere variantes y precisiones léxicas a la traducción de Vallejo, cuestionando la fidelidad de su contenido. César intentaba explicar y aclarar ciertas partes de la novela para el público español, pero lo hizo mal. Quizá esta sea la traducción con más errores de Vallejo, pues hasta le agregó una frase al original. Pero a pesar de todo eso, Valdivia señala que estos errores no son representativos, dada la gran cantidad de aciertos que tuvo el traductor.

La tercera traducción de Vallejo fue La calle sin nombre (1930), novela de Marcel Aymé (1902-1967), publicada en español en 1931. Entre sus múltiples temas, figura como uno de los más importantes, el de la justicia social, ya que Aymé narra la historia de un grupo de personajes que viven en una calle ‘sin nombre’. La calle toma relevancia al ser el elemento unificador de los hechos, tensiones y encuentros frente a las tentativas de amor entre los protagonistas dadas sus dificultades socioeconómicas. Como locación, como símbolo, como detonadora de la pasión, la calle nos conduce por los distintos registros sociales, lingüísticos y literarios. Según Valdivia, posiblemente fue la obra con la que Vallejo se sintió más a gusto al momento de traducir, pues Aymé presenta distintos tránsitos del lenguaje, especialmente, entre lo coloquial y lo poético. ¿Acaso no eran ambos dos de los principales elementos con los que Vallejo escribía su poesía? Dados los distintos matices y detalles que tuvo que enfrentar, Valdivia considera que estamos ante la mejor traducción de Vallejo. Todas fueron bien logradas, pero esta alcanza un plano mayor en su breve oficio de traductor. Su desverbalización, reformulación sintáctica y reestructuración de los elementos nos lleva a apreciar y valorar ese otro registro de los dominios del lenguaje que tuvo Vallejo.

La lectura de las Traducciones completas de Vallejo nos sugiere muchas ideas. La primera de ellas que Vallejo tenía un conocimiento amplio y profundo del español y del francés. Los distintos giros verbales, matices lingüísticos y opciones léxicas muestran las lecturas a cabalidad de las obras que tradujo. El oficio de traducir requiere una disposición intelectual muy particular al momento de decodificar un texto de otro idioma y trasladar su contenido al español. La ‘equivalencia’, la ‘compensación’ y la ‘explicitación’ —hoy categorías y/o estrategias traductivas de los estudios de la traducción literaria en el mundo— fueron los recursos que Vallejo usó por ingenio, audacia e intuición. Hablamos de su manejo del idioma: de la suficiente habilidad y el acertado criterio, pues sus errores notables no borran sus hallazgos más sutiles. Es todo ello lo que nos devuelve al mejor Vallejo de todos, al poeta y escritor siempre insólito frente a la escritura.