Premio Casa de la Literatura 2017: ¿Quién es Luis Urteaga Cabrera?

Luis Urteaga Cabrera en una foto familiar en la década del 70.
Luis Urteaga Cabrera en una foto familiar en la década del 70.

 

La obra de nuestro escritor homenajeado ha transitado por distintos momentos marcados fundamentalmente por sus experiencias vitales. Su primera aparición en nuestras letras fue en el año 1968 al haber obtenido el primer lugar en el concurso de cuentos de la revista Visión del Perú. A ello le siguió la publicación de su magistral novela Los hijos del orden (1973), y tras un silencio de casi dos décadas, vinieron sus libros de relatos y mitología amazónica. Destaca, además, su interés en la producción de textos de literatura infantil, material pedagógico y sobre interculturalidad. A esto habría que agregarle su faceta como guionista de cine y televisión, incluso con un libro inédito sobre escritura de guiones.

Para conocer algunos detalles de la vida de Luis Urteaga Cabrera la única fuente directa es él mismo, pues sobre este tema no se ha referido en ninguna de sus entrevistas. En un testimonio sobre la génesis de su novela Los hijos del orden, dice sobre sí mismo:

Nací en un pueblo de la sierra norte con mucha pobreza, demasiado orgullo por sus numerosas iglesias y ninguna vergüenza por carecer de bibliotecas.  A los 15 años de edad ignoraba quién era, cómo era mi sociedad, qué sentido tenía la existencia y qué haría con la mía. Como producto de esta desorientación, a los 17 había ingresado a Ciencias Matemáticas en la Universidad de Trujillo y a los 20 me encontraba cursando medicina en la Universidad de San Marcos.  Yo no sabía qué hacía en ese lugar.

Natural de Cajamarca, Urteaga Cabrera al finalizar el colegio viajó a Trujillo y, luego, se trasladó a Lima, donde estudió Medicina. Es en la Facultad de San Fernando donde esta vocación literaria —acaso latente— se enciende: ve un aviso dirigido a estudiantes para trabajar en un proyecto con los internos de la correccional de menores de Maranga. Este trabajo daría origen a su novela Los hijos del orden, que en 1969 ganó un importante concurso internacional: el Premio de Novela organizado por la revista argentina Primera Plana y la editorial Sudamericana, siendo uno de los jurados Juan Carlos Onetti. Por presión de la dictadura militar rioplatense la novela no fue publicada y el dinero del premio se lo entregaron años después. Esta obra recién vería la luz en 1973 al ganar el Premio de Novela José María Arguedas.

Primera edición de "Los hijos del orden", año 1973.
Primera edición de “Los hijos del orden”, año 1973.

Su novela Los hijos del orden fue comparada con La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa e injustamente se le atribuyeron influencias de esta.

Algunos creen que Los hijos del orden le debe mucho a La ciudad y los perros. ¿Estás de acuerdo con esa apreciación? —le preguntó el periodista Pedro Escribano, de La República, en 1994

Los hijos del orden —respondió Urteaga— no sólo le debe a esa buena novela, sino a toda la novelística que le antecedió, particularmente a Manhattan Transfer, de Dos Passos; Señas de identidad, de Goytisolo. Los escritores somos herederos de la tradición literaria, y lo que hacemos es utilizar los recursos formales que se vienen perfeccionando en todas las latitudes en un movimiento continuo. Con La ciudad y los perros ocurrió algo similar. Su autor no crea ninguna técnica, utiliza y recrea con sabiduría las técnicas existentes para revelar el mundo de los internos militares.

 

Pero, ¿qué concepción tenía del arte? ¿qué círculo amical frecuentaba? ¿Cómo enmarcar su obra en nuestra rica tradición literaria? Urteaga Cabrera concebía a la literatura como unas de las formas de “acción social”. En una entrevista de 1973, en Caretas, decía: “La literatura es una de las formas de acción social, en el nivel de las ideas. Yo creo mucho en la vigencia social del arte”.  Sin embargo, en un testimonio de 2015 confesó que luego de la publicación de Los hijos del orden había entendido que “los problemas sociales no se resuelven con libros, por muy reveladores que sean, sino con acciones políticas de naturaleza colectiva”.

Urteaga, cuya filiación de izquierda era evidente, fue cercano a Narración, grupo literario que reunía a escritores como Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Gregorio Martínez, Antonio Gálvez Ronceros, Roberto Reyes Tarazona y Augusto Higa.  Aunque los frecuentaba mucho y tuvo una amistad muy cercana especialmente con Reyes Tarazona, no formó parte del grupo debido a razones políticas, presuntamente por su militancia en un partido de izquierda. Sus preferencias literarias iban por cuerdas separadas de su posición política. Sus influencias están marcadas por las lecturas de John Dos Passos, Juan Goytisolo, William Faulkner y “sin lugar a dudas”—dijo en otra entrevista— a Juan Rulfo y Augusto Roa Bastos.  De los autores nacionales mostró interés por José María Arguedas y Eleodoro Vargas Vicuña.

Luis Urteaga Cabrera en su aparición en el coloquio amazónico de 2015. (Foto: Ricardo Virhuez)
Luis Urteaga Cabrera en su aparición en el coloquio amazónico de 2015. (Foto: Ricardo Virhuez)

Podríamos definir a nuestro autor como un escritor que ha ido reiniciando etapas, que en cierta forma se ha ido reinventando. En 1979, decepcionado por la imposibilidad de cambiar la sociedad desde lo literario, se promete nunca más escribir y viaja a la región de Ucayali para realizar trabajos con la comunidad shipibo-conibo. “Acepté la invitación suponiendo que dos años serían suficientes. No fue así, la experiencia nos tuvo ocupados toda la década de los ochenta”, recuerda Urteaga en un testimonio leído por su nieta en un homenaje realizado en el Coloquio de Literatura Amazónica de 2015. Esta experiencia fue enriquecedora, pues le permitió conocer la riqueza de aquella comunidad, su relación armónica con la naturaleza y la maravillosa concepción del mundo que se revelaba a través de sus mitos y leyendas.

Tuvo que romper su promesa, pues la comunidad shipibo-conibo necesitaba dar a conocer su tradición oral y requería de alguien que ordenara estos relatos traducidos al español y les diera una estructura literaria. Esa persona fue Urteaga. Así surgieron libros como El universo sagrado (1991), El arco y la flecha (1996), y sus textos de literatura infantil también de temática amazónica. Estos casi diez años en la selva es un periodo del cual se sabe muy poco, solo a través del testimonio del escritor, quien ha relatado cómo los shipibo-conibos lo adoptaron como uno más y cómo, a ojos de él, esa comunidad había logrado un equilibrio entre sus aspiraciones y el lugar que le corresponde en el mundo.

Esta conciencia por la sabiduría y riqueza de los shipibos-conibos lo llevó a interesarse en la elaboración de guías pedagógicas que incluían la visión multicultural en los contenidos a trabajar en las aulas. Era una manera inclusiva de ver la educación. De esta preocupación salieron dos libros: Más allá de la escuela. Una educación para el cambio (1999) y Educación ambiental e interculturalidad. Dos experiencias andino-amazónicas (2006).

La etapa amazónica ha sido trascendente por lo anteriormente mencionado, pero también significó el repliegue total del autor. El Urteaga sonriente ante la cámara y extremadamente elocuente en las entrevistas de inicios de los 70 se fue. A partir de allí no hubo más retratos ni entrevistas, salvo la de 1994 con motivo de la segunda edición de Los hijos del orden. “Él siempre ha buscado y busca la invisibilidad en todos los planos… estoy seguro de que él desearía que sus libros existieran sin que nadie tuviera que preocuparse de él como escritor y más aun como individuo”, afirma su amigo Roberto Reyes Tarazona. Para otros, como su amigo y editor, Jorge Luis Roncal, esto habla de una muestra de humildad y de darle importancia fundamentalmente a la obra. “Recuerdo que una vez rechazó una entrevista porque el periodista que se la solicitó no había leído sus libros”, indica.

Sus intervenciones públicas fueron muy esporádicas. Recién en 2014 vuelve a aparecer en una actividad en la que él es el centro. Se trataba de la presentación de la tercera edición de Los hijos del orden bajo el sello Casatomada. Urteaga no habló, fue su hijo Julián quien leyó un discurso escrito por él. Un problema agudo en uno de sus oídos le impide escuchar e incluso movilizarse con comodidad. A ello se suman sus problemas respiratorios. En 2015, durante un homenaje en el IV Coloquio Internacional de Literaturas Amazónicas, Urteaga reapareció una vez más. En ese caso, su nieta fue quien dio lectura a su testimonio. No se ha dejado fotografiar ni grabar en video para la difusión de prensa, prefiere comunicarse por correo electrónico. Debido a ello, la notificación del Premio Casa de la Literatura 2017 se le hizo por esa vía a pedido expresamente suyo. Ha prometido asistir a la ceremonia del próximo jueves 20 de abril, y nuevamente será su hijo quien lea un discurso suyo.

Este reconocimiento busca poner atención a un escritor que ha estado oculto y cuya obra, de diversos registros y de un acercamiento testimonial sobre los marginados, merece volver a salir a la luz.

 

Aquí las razones por las que Luis Urteaga Cabrera recibirá el Premio Casa de la Literatura Peruana 2017