Publicación de la semana: “Motivos” de José María Eguren

Foto: Tom Quiroz
Foto: Tom Quiroz

 

Este 7 de julio se cumplen ciento cuarenta y tres años del nacimiento de José María Eguren (Lima, 1874 – 1942) poeta, escritor, acuarelista y fotógrafo peruano. Por este aniversario, la Biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana reseña Motivos (2014), su más importante libro de prosas. La edición y el prólogo estuvieron a cargo de Ricardo Silva-Santisteban.

 

Por Manuel Barrós, Biblioteca Mario Vargas Llosa

La presente edición de Motivos se constituye como un documento y una obra de referencia de la poesía peruana. Esta edición se basa en los manuscritos originales y, en contados casos, en las publicaciones periódicas en las que aparecieron por primera vez los textos y que fueron numerados por el propio Eguren. Los originales se encuentran en el Archivo José Carlos Mariátegui, pues fueron entregados, para su publicación, al sello Amauta. Ricardo Silva-Santisteban sigue la disposición y ordenamiento del mismo autor para reproducirlas de la manera más cercana posible a la edición que Eguren quiso hacer de su libro. Por lo mismo, para la fijación de los textos el editor incluye la versión ya corregida por el autor, aquella que iba a publicar. Es importante señalar que Silva-Santisteban problematiza y se posiciona frente al título que nomina la obra. Tras valorar los esfuerzos de Estuardo Núñez y Guillermo Rouillón en rescatar la obra de Eguren, Ricardo da a conocer los distintos ordenamientos de las prosas que encontró en su investigación para, luego, compartir la que considera la más adecuada. “Queremos creer que Eguren hubiera escogido el título Motivos para una recopilación de la totalidad de estas prosas como el más acorde con su misma variedad, que no el de Motivos estéticos que limita sus alcances”. Como toda obra de referencia editada por Silva-Santisteban, esta contiene materiales para futuras investigaciones, pues es requerida por acuciosos lectores. Igualmente, dado que la estética como saber y búsqueda personal tiene una gran importancia en los textos, Silva-Santisteban da a conocer algunas de las lecturas estéticas, artísticas y filosóficas de Eguren relacionadas con Motivos. Además, la edición contiene cuarenta fotografías del autor para recordarnos que también fue un artista plástico.

Generalmente, cuando alguien se acerca a la prosa de un poeta, es recurrente la actitud de leerla como una exégesis de sus versos. Bajo el supuesto —¿prejuicio?— de que el propio autor explique o devele su arte, alguno(a)s lectore(a)s creen encontrar claves, atisbos, signos que les ‘ayudan a entender mejor’ su obra poética, como si fuera una confesión indirecta de su oficio o quehacer más íntimo. En el caso de Eguren, esa actitud sería más que insuficiente, reduccionista e ingenua. Motivos tiene un valor autónomo, ya que sus distintos hallazgos verbales nos hacen pensar en otra ruta y punto de partida en la exploración de la creatividad poética de Eguren. Motivos contiene treinta y ocho prosas híbridas que hacen del libro un conjunto disimuladamente misceláneo: poemas en prosa, impresiones, ensayos, novelettes, sentencias, aforismos, máximas —también, mínimas—, todos a trazos alternados y sin pausa. En cada uno de los textos, Eguren aliga todos esos matices y elementos sin mayor orden lógico, pues su preocupación no es expositiva como la mayoría de los textos dispuestos en párrafos. No esperemos encontrar una línea argumentativa, pues los usos de la expresión son tan poco dados a demostrar hipótesis, proponiéndolas o discutiéndolas en una suma de razonamientos. Irresuelta la idea, desde la sensibilidad, permanece y trasciende la solvencia del motivo —aquella inquietud que en Eguren emerge—, acaso una suma de desasosiegos e intereses personales, cultivados de la manera más refinada posible.

Motivos contiene una prosa radicalmente lírica. En Motivos, todo trasluce poesía, esa estancia en que la palabra se convierte y se evidencia como el diorama unitivo de las complementarias creatividades humanas. De ahí, por ejemplo, la innumerable elipsis, ese demorado salto que llega a ser la metáfora y la densidad textual de toda escritura que se sabe oblicua, necesaria y cabal para los (des)propósitos más personales, en pos de la propia búsqueda y propio lenguaje artísticos. Por eso mismo, este libro es atípico en su género. Ya Silva-Santisteban ha señalado que, en el español de su época, Motivos no tiene paralelo, pues rara vez se utiliza la prosa como medio de expresión no ensayística —en cualquiera de sus formatos o presentaciones— sin caer en lo artificial. “La hazaña de su prosa es haber alcanzado una riqueza poco común en la variedad de los temas tratados y de haber sido expresada de una manera espléndida y única en nuestro idioma”. Por esa misma complejidad y amplitud de formas que sobrevuela y abarca, Eguren se ensaya como hacedor de palabras en más de un género a través de Motivos. Ya Montaigne decía que el ensayo era el ensayo —la suma de tentativas— de sus propias facultades, aquella conquistada capacidad de inquirir, cada vez mejor, a su alma. Jugando con Montaigne, acaso en Eguren, la prosa de Motivos dimensione las facultades y alcances de su sensibilidad. En estos textos, el conocimiento se aviene desde lo sensorial, desde la probidad de su palabra, con un lenguaje conciso e integral. De ahí que la subterránea unidad de cada prosa de Motivos sea que, al hablar sobre su universo propio —el más interior—, Eguren se desbroza desde una totalidad lírica.

Motivos da cuenta del ideario poético de Eguren. Pero no por la(s) forma(s), sino por la apertura temática y la entereza de su imaginación en los contenidos de cada texto. Si hemos de preguntarnos por los visos de su sensorialidad, lo primero a advertir es la centralidad de la reflexión artística, cualquiera sea su lenguaje, complejidad técnica o sus diferentes apariencias en las que se transparenta para Eguren. La naturaleza, el recuerdo, la calle, la línea, el tiempo, el sonido, el olor, la palabra o la materia. Todo deviene en la intuición artística, el ejercicio del entendimiento o el lirismo de los distintos territorios transitados, conquistados por la capacidad humana de sentir, de crear, de apalabrarse entre el delirio y la razón. Por eso, en Motivos todo se perfila como una arte poética incansable y profunda, permanente y continua. Los temas tratados sugieren una variedad de intereses y obsesiones que dan testimonio de la sensibilidad de Eguren. Algunos de los que sobresalen: el reencuentro de la infancia, la mujer amada como arquetipo y/o ideal del amor —además de la amada muerta—, la literatura, los pasajes bucólico o el observar pasatiempos y hábitos públicos de Lima. De igual manera, Eguren se reafirma como esteta: reflexiona sobre sus otros oficios, la plástica en la fotografía y la pintura, específicamente la acuarela. Agreguemos que, a lo largo de todo el libro, también hay una marcada preocupación por pensar desde la psicología y la filosofía, especialmente desde el concepto de elán. Ya en el prólogo a la edición, Silva-Santisteban recuerda que Emilio Adolfo Westphalen dijo: “Motivos es el único aporte peruano ‘original a la interpretación metafísica y mítica de la vida y de las artes’”.

En su conjunto, el libro se constituye como un paradigma en la realización textual del horizonte poético de Eguren. Su estilo es doblemente ondoso: entre las modulaciones semánticas, la agilidad léxica, el candor anímico y la bamboleante sutileza de su ilación metafórica con una elocuencia lírica que distiende la delicadeza y la fragilidad mayores de sus entresijos poéticos. En Motivos, Eguren se sitúa en los sigilos del lenguaje con una muy imaginativa iconografía propia e interior. No olvidemos que la atmósfera de ensoñación, tan propia del simbolismo, subyace y fecunda gran parte de las prosas de Motivos. En esa plasticidad de figuras y personajes, llama la atención cómo tiene el suficiente manejo para disponer armónicamente cierta ironía, una sólida crítica y un frondoso amor. Así, entre la lied, el aria, y la cantata del ensueño, se permite un tipo de humor que lo entremezcla con las sensaciones geográficas y el encuentro, a pecho abierto, de todo cuanto le ofrezca el hecho estético del mundo. Por lo mismo, Motivos exige un(a) lector(a) atento(a) y lo suficientemente terco(a) para traspasar esa primera sensación enigmática, ignota que transmite todo libro pulcro y refinado. Lo que en una primera lectura puede parecer distante, confuso, en la relectura —aquilatada forma del tiempo para todo lector— aparece en una haz de posibilidades sensoriales. Dos ejemplos. Por momentos, pareciera que la naturaleza llega a ser el principal descubrimiento del lenguaje, pues en Motivos la naturaleza, surtidora de innumerables elementos y sensaciones, es la primera interlocutora de Eguren. De igual manera, la música, como referente y como recurso plástico, adquiere una dimensión sonora que trasciende la eufonía de la escritura para convertirse en un espacio de semánticas variaciones melódicas.

Los escritos de Motivos comprenden, también, los hallazgos de la madurez poética. No es casualidad que Eguren se de a la prosa ya habiéndose consolidado como poeta. Resulta muy aleccionador este detalle, pues Eguren nos enseña que la prosa es, antes que nada, una conquista para todo poeta. No ha de extrañarnos. A lo largo de su libro, Eguren se vulnera: en su palabra se dispone como espectador tanto como a ser auscultado. Cromático, sutil, intenso. Dilata; guiña; ahíta. No se ha ido y siempre está llegando. Acaso, para Eguren, la sensibilidad sea superior al pensamiento analítico, llanamente frío, que anhela la certeza del resultado. Motivos es la expresión auténtica de su palabra. Es esa la eclosión interior de la imaginación literaria, pues toda gran escritura encuentra un idioma dentro de su propio idioma, en el cual se enmarca. Y, a la vez, lo ensancha y lo ahonda. Releer Motivos de Eguren significa redescubrir, desde otro ángulo, los primeros hallazgos de la moderna poesía peruana.